lunes, 10 de marzo de 2008

Adiós

Estrellada la noche que vertía sobre mi ser su voluntad extensa y multitudinaria, de puntos brillantes y luces inalcanzables, mientras el vaivén leve e imperceptible del gigante bajo mis pies me alzaba suavemente por sobre la borda, para que mis ojos, tristes y enrojecidos, poco acostumbrados a las penumbras y sus formas, buscara en vano un punto en el horizonte, siendo en todo momento inútil diferenciar la oscuridad de la nada, y la nada del todo que rodeaba aquel mar tenebroso y desafiante, que llamaba con fiereza a mi corazón, induciéndolo a la locura, a calmar las penas, a buscar una escapatoria al dolor, al desengaño y fue así que el frío del agua trepó a mi cuerpo y girando el cuello, sobre el cual caía el cabello mojado, ví alejarse para siempre ese barco, esa silueta enorme que se recortaba en un fondo de realidad que ya no me pertenecía…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a veces la libertad no pertenece a la realidad o viceversa, el circulo de juegos y perversiones es infinito, la marea nos agobia, nos derrota, pero también nos empuja a la costa, nos lava la jeta y no deja de pìe ante el infinito; pertenezcámos o no a él, aquí estamos así que avancemos!

muy buen comienzo, esto promete!
un abrazo mi lord!

el oso dijo...

Pero... ¿qué es esto? Potencias que se encuentran. Entramados de palabras que dicen más de lo que dicen y multiplican asombros y emociones.
Gente... ¡¡la primavera boreal invade las blogaciones!!
Abrazos y majestuosas palabras.