martes, 12 de octubre de 2010

Designio

Cuál es el fin de abarcarlo todo, cuál es el premio por ser tan aplicado. Preguntas como esas se hacía Enrique el día del examen final, colocándose pequeñas vallas en su mente, al mismo tiempo que dificultaba su pensar.
Fue en el momento de entregar las hojas que se percató que las mismas estaban en blanco. Cómo podía ser, se decía mientras vacilaba en el pasillo de mesas y sillas, rodeado por sus compañeros de curso que iban de un lado a otro, con rostros preocupados.
Un retorcijón ganó su zona media del cuerpo, se sintió mareado y con náuseas. Volvió a mirar las hojas, allí estaban, inmaculadas, sin un solo garabato de tinta tatuándolas.
Mientras la profesora seguía recibiendo en su escritorio los exámenes, el seguía de pie al lado de su asiento, repasando las dos últimas horas. Recordaba pensar en los temas sobre los que debía escribir e incluso, ese debate interno sobre la importancia o no del conocimiento, en las pocas posibilidades de trabajo al recibirse, en la casi fija posibilidad de tener que conformarse con manejar un taxi o emplearse en un comercio.
Y en todo aquel embrollo mental, buscaba aunquea sea una pista de haber escrito algo, aunque sea su nombre, pero escapaban de sus recuerdos aquellos actos si es que acaso se había producido.
Resignado, finalmente, juntó coraje y se encaminó hacia el escritorio. Mordiéndose los labios estiró su brazo derecho y con él, las hojas en blanco. La profesora lo miró por encima de sus anteojos y sonrió.
- Enrique, no temas, es solo una pesadilla.
De repente abrió los ojos y la oscuridad lo envolvió, sin embargo, se sintió a salvo, seguro, y la respiración agitada y el sudor que lo cubría apenas si eran detalles secundarios.
No había examen, no había hojas en blanco. Tan solo un mal sueño. Pesadilla al fin. Miró la hora, tan solo las tres. Cerró los ojos para apurar el sueño, le quedaban dos horas para poder dormir. Luego despertarse, el trajín de cada día desde hacía veinte años, en el puerto, bolsas al hombro y mucha fuerza. Su vida, desde aquella decisión de no querer estudiar más en sus años jóvenes, acortando camino entre su destino y las posibilidades de la vida.

11 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

El alcance de las decisiones, puertas que se cierran otras que se abren...de jóvenes no valoramos la repercusión que tienen...y a veces como a Ernesto pueden perseguirle como un mal sueño durante mucho tiempo.
Da que pensar...Genial Neto.
Abrazos!!!

SIL dijo...

Ayyyyyyy...

Felipe R. Avila dijo...

A veces uno toma un camino equivocado. Sin ir mas lejos, el otro dia desayunando con una amiga escritora y poeta, resulta que nos traen el café con facturas varias y ella casi ni come y yo,charlando y charlando animadamente tampoco.Y allí quedaron las pobres y ricas facturas, dulces pero absolutamente abandonadas. Equivoqué el acmino: debí volver a buscarlas, che.
(jeje)

Felipe R. Avila dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Netomancia dijo...

Doña Tinta, me hizo releer el texto, le puse mi nombre al personaje, pensé! Y no, era Enrique y usted "le erró como bizco al mate" (ja una frase nuestra, para que la busque por Google!). Muchas gracias por el (acertado)comentario! Saludos!

Doña Sil! Duele, si. Saludos!

Felipe, me imagino la escena ja. Pero te corrijo, el error no fue no volver, sino el querer hacerte el caballero frente a la distinguida escritora y poeta (que dicho sea de paso, la felicito nuevamente por ese silencioso premio) y no meterte las facturas en el bolsillo. Felipe, se te escapó la tortuga! Jaja, un abrazo!!!

SIL dijo...

Aclarancia:

Como toda dama que se precie, me comí una en lugar de la cuarenta en la mesa, para dejar una buena imagen ante el distinguido y muy querido y cada vez más apreciado dibujante (caballero de gran estampa -si los hay)
Promediando las 5 de la tarde en la plena soledad del monstruo de cemento, me dieron ganas a mí de volver a buscarlas... Pero las distancias y el pudor me lo impidieron.

:DDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Netomancia dijo...

Moraleja: por dejar buena imagen, los dos se ....... de hambre!

SIL dijo...

juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

mariarosa dijo...

Menos mal que era un sueño.

Tal vez esa hoja en blanco es su propia vida...
Muy buena historia.

mariarosa

el oso dijo...

Excelente una vez más, Neto. Deja muchas puntas para pensar, pero que es real, lo es.
Ahora bien...
Imagino esta situación:
Felipe y Sil desayunando.
Felipe vomitando una catarata de aporteñadas palabras sin reliverán a la vista y mirando de reojo e implorando que Sil no manotee la única rellena con dulce de leche.
Sil aprovechando que Felipe ni siquiera respira y teniendo en cuenta el tamaño del café en dedal próximo a enfriarse, se arroja sobre la de dulce y la engulle delicadamente como la dama que es.
Felipe duda entre agarrarla del cuello para sustraerle la factura y -lo que finalmente hizo- resignarse a seguir hablando no sea cosa que Sil pida otro café.
La versión oficial dice que charlaron amistosa y animadamente...

Felicitaciones a ambos!!
Feliz día a las mamás!

Abrazo, Neto!!

SIL dijo...

Aclarancia II

La versión oficial es la única que verá la luz,
por ahora.
Y mejor me dejo de aclarar, antes de que empiece a oscurecer.
;P