Pidió ser cremado junto a sus libros. Los que había leído y escrito. Se marchó una noche de tormenta, con el cielo azotando la tierra. Quienes lo visitan -ahora cenizas- acercan sus oídos a la vasija que lo contiene. Juran que siempre les narra un nuevo cuento.
domingo, 14 de octubre de 2012
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4 comentarios:
Buenísimo, me ha encantado, Netito.
No hay fuego que pueda con la literatura :)
Abrazo.
SIL
Porque aún le quedan cosas por decir, de seguro.
Saludos
J.
Eso demuestra que la gente que es capaz de pegar la oreja a una vasija...no ha perdido la imaginación...¡aún quedan esperanzas!
Muy bueno Neto.
Abrazos!
¡Cuántas cosas que deberíamos aprender a escuchar!
Abrazo
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