miércoles, 23 de octubre de 2013

Juancito el equivocado

Juancito vivía en un país donde había libertad de expresión, pero pensar diferente era motivo de ataques constantes, por lo que comenzó a guardarse lo que pensaba.
Había oído que en su país la economía era una de las mejores del mundo, sin embargo le costaba llegar a fin de mes y poder mantener a su familia. Ni siquiera le alcanzaba haciendo horas extras y sacrificando tiempo de estar con sus hijos.
Podía escuchar y leer que sobraba el trabajo, pero creía ver más gente pidiendo y semana a semana, más y más villas alrededor de su ciudad.
Le decían que reinaba el bienestar, la seguridad y la tranquilidad, pero debido a su magro sueldo no tenía para pagarse una buena obra social y los sitios de atención pública carecían la mayoría de las veces de los elementos para atenderlo o bien, debía perder tres o cuatro horas de su día en una cola interminable.
Y por si fuera poco, en lo que iba del mes lo habían asaltado dos veces y le habían roto una de las ventanas de su casa.
Le aseguraban que nada aumentaba, que la inflación no existía, pero el dinero cada vez le alcanzaba menos y cada vez que iba al supermercado debía perder la memoria, porque los precios le parecían diferentes a los de días anteriores.
Juancito estaba confundido y apenado. Era parte de un país rico, próspero y repleto de buena gente pero no podía disfrutarlo, por que al parecer su caso era único, y tenía tanta mala suerte, que todo lo que el resto de la población no sufría, lo padecía él. Fingía entonces un gesto patriótico, y haciéndose fuerte, se convencía que no sería otra cosa que la reencarnación de algún olvidado mártir.

2 comentarios:

Nury ruri dijo...

El futuro que nos espera a muchos.
Saludos

el oso dijo...

Le pasaban cosas raras, un tipo de "hombre ilustrado" de acá a la vuelta.
Y es un nombre tan común...

Abrazo