viernes, 8 de agosto de 2014

Rompecabezas

Siento aún el sabor amargo en la boca. El cálido reflujo en la garganta, me lo confirma. La sensación de náusea, lo acredita.
A pocos metros, el reguero de sangre. Más allá, las piernas de González. El resto del cuerpo se encuentra esparcido por el bosque.
Aún ignoro qué sucedió. Ciertas imágenes se agolpan en alguna parte de mi cerebro, provocándome un fuerte dolor, pero sin permitirme develar el misterio.
La vez que he llevado la mano a la boca, ha vuelto roja, manchada de ese viscoso líquido que nos permite estar vivos.
Miro las piernas de González y comprendo que no solo es el líquido, es una suma de factores. Los órganos, por ejemplo, deben estar dentro de uno, no arrojados sobre el barro, o entre las plantas. Y tampoco es probable que nadie sobreviva, si los brazos son arrancados, el cuello cercenado y la cabeza destrozada con ahínco.
Es un rompecabezas, literalmente. No todas las piezas encajan, otras se han perdido, pero la clave, por lo que alcanzo a discernir, está en las formas. No de las partes, sino de los cortes. Puedo distinguir la marca de mis dientes en esas pantorrillas. Y es la razón, supongo, por la que tanto me duelen, lo mismo que las encías, que aún destilan sangre.
Algo ha sucedido anoche, pero no recuerdo qué. Pero me sabe a amargo y cruel, como el sabor que siento en la boca.

2 comentarios:

SIL dijo...

Atte:


El Rottweiler del vecino.


Abrazo, Netito.


I´m back. =D

el oso dijo...

Las mismas preguntas, o parecidas me hago yo, con el desorden en casa...
Bueno, sin sangre, claro!
ABrazo, Neto!