Analía tiene cinco años y ya sabe usar el encendedor para arrojar cañitas voladoras. Es el orgullo de papá. En Nochebuena se lo hizo saber a toda la cuadra. Y ella lo demostró con creces.
- ¡Miren a mi pequeña! Cinco añitos - se jactaba.
Para recibir el año nuevo redobló la apuesta. Ya no serían simples cañitas. Le compró un arsenal de bombas de colores y fuegos de artificio con más de doscientos disparos. La expectativa era grande en papá. Pero aún más en Analía que no esperó hasta la medianoche y los hizo estallar dentro de la casa.
- Miren a la pequeña - comentan los vecinos, mientras le dan cobijo a la desgraciada familia, que es espectadora pasiva de los vanos intentos del cuerpo de bomberos por combatir el incendio que se devora la casa.
sábado, 27 de diciembre de 2014
Fuegos de artificio
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2 comentarios:
Cosas que pasan, somos un poco más estúpidos de lo que creemos!!!
Y el deseo de redoblar la apuesta, la jactancia, llevan a estos absurdos.
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