Cierta música se colaba entre sus pensamientos. Levantó la vista, atento a la habitación. Nadie. La soledad, pero disfrazada de lo cotidiano. Por más que trató de volver a lo suyo, allí estaba esa música. No podía concentrarse. Dejó entonces la hoja de afeitar con la que ensayaba el corte en su muñeca y se dirigió a la ventana. Ahí observó a la responsable. Vieja calesita de antaño, abandonada, triste, solitaria. Cantando melodías como un fantasma, tratando de atraerlo lo antes posible para cabalgar sus derruidos ponys.
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Hace 4 meses
2 comentarios:
La melancolía le salvo la vida.
Curioso pero verosimil.
La musica de sus pensamientos fue la salvadora de su suicidio, buen texto, saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
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