domingo, 19 de enero de 2014

Pascual, el abatido

Pascual se veía abatido. La pose no lo acompañaba. Sentado en un banco de madera, la espalda encorvada hacia delante, las manos en la cabeza y la mirada puesta en el suelo, más precisamente, en el espacio entre un pie y el otro. Así lo encontró su amigo Herminio mientras caminaba por la plaza.
- ¿Qué te pasa Pascual? ¿Te llegó la cuenta de la luz?
- Si fuera eso nomás...
- ¿Qué te pasa?
- Tuve una revelación. Es difícil de explicar. Pero supe cuál es mi misión en la vida.
- ¡La pucha! ¿Y cuál es?
- Ser Pascual, ser yo mismo. No te das una idea de lo difícil que es eso en el mundo que vivimos.
- Mejor no saber nada de eso y ser lo que otros quieren. Menos problemas - reflexionó su amigo, que luego de darle una palmadita en la espalda, se alejó silbando. No fuera cosa que le contagiara la revelación.

4 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Entiendo el abatimiento de Pascual.
Y la frase de su amigo no es un argumento tranquilizador. Tal vez ser él mismo es lo que lo demás quieren de él.

Con tinta violeta dijo...

Es para estar preocupado, ché, Neto que cosas nos cuentas...Buena idea la de este cuento. Me gustó.
Abrazos!

Vivian dijo...

Este Herminio, aunque un poco cobarde al final, sí que es un amigo; está bueno eso de “hacerse el muerto para ver el entierro que te hacen!
Me encantó, hasta puedo imaginar la postura de agobio de Pascual (ah, y me gustan los nombres de los personajes)
Es complicado es ser uno mismo, pero hay que intentarlo.
Un beso

SIL dijo...

Es que no queda otra que ser uno mismo, che. Todos los demás puestos-me temo que ya están ocupados-

Ahora, déjenme recuperarme porque nos termina de llegar la factura de la luz.

Abrazo.