Julián estaba desesperado. El hombre insistía en acomodar la tapa.
- ¡Fue una broma! ¿Cuántas veces se lo tengo que decir?
- ¡Qué broma ni ocho cuartos! ¡Usted estaba muerto y aquí es donde debe terminar!
- ¡Entienda, es el Día de los Inocentes!
- Si me lo traen muerto, yo hago mi trabajo. Arrepentimientos acá, no. Funeraria Manrique tiene cuarenta años de trayectoria mi amigo. Así que cierre el pico, y saque los dedos, que se los aplasto sin miramientos.
Lectura recomendada: Hay que llegar a las casas, de Ezequiel Pérez
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Hay que llegar a las casas, de Ezequiel Pérez
Llegué a este libro por haber leído tantos buenos comentarios en lugares
diferentes. Había, además, algo ...
Hace 4 semanas