viernes, 28 de diciembre de 2012

La inocencia...

Julián estaba desesperado. El hombre insistía en acomodar la tapa.
- ¡Fue una broma! ¿Cuántas veces se lo tengo que decir?
- ¡Qué broma ni ocho cuartos! ¡Usted estaba muerto y aquí es donde debe terminar!
- ¡Entienda, es el Día de los Inocentes!
- Si me lo traen muerto, yo hago mi trabajo. Arrepentimientos acá, no. Funeraria Manrique tiene cuarenta años de trayectoria mi amigo. Así que cierre el pico, y saque los dedos, que se los aplasto sin miramientos.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Falsa alarma

- ¿Gordo, qué hora es?
- Casi las doce.
- ¿Y ahora?
- No queda otra, vayamos al laburo.
- ¿Pero qué decimos?
- Que fuimos víctimas de una publicidad engañosa.
- Con las ganas de no ir que tenía...
- De no ir hoy, no ir mañana...
- Y si.
- Y bue... acostumbrate, ningún final místico te va a salvar de tener que laburar para ganarte el pan de cada día.
- Que jodida es la vida.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Reviviendo

El cuasi doctor quitó el estetoscopio del cpu y frunciendo el ceño sentenció: un virus. Los niños lloraron. Papá fue fuerte y solicitó el formateo. Reviviría, pero comenzaría otra vez de cero. ¡Qué dura era la vida de una computadora!

martes, 20 de noviembre de 2012

Sol mediante



Trazó su dedo en la arena, formando un nombre cualquiera. Luego levantó la mirada y eligió una mujer al azar de todas las que habitaban la playa. Sacó del bolsillo trasero de su short de baño un fósforo húmedo y lo arrojó al aire. En ese preciso momento, la mujer empezó a sentirse enamorada de un tal Ramón, que le había pagado con billetes nuevos para salir de su soledad. El brujo, en tanto, se alejaba camino al casino para proseguir sus vacaciones. Bastante recreo se había tomado ya, despuntando el vicio de siempre.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Pan Dulce de Navidad

Si algo le gustaba de la cercanía de Navidad, era que podía elegir entre decenas de marcas de pan dulce. Con frutas, sin frutas, con chocolate, frutas secas, marmolado, con nueces, con almendras, con pasas de uva, tipo pannetone, grandes, chicos, artesanales, con baño glaseado encima, en lata, en caja de cartón. La variedad era infinita. El momento de pararse delante de la góndola del supermercado para optar por uno o cuando aguardaba el turno en la panadería, sin dejar de mirar las distintas clases en los exhibidores, era su preferido. Esa adrenalina cargándose en su cuerpo, esperando por el momento en que diría "deme un pan dulce con...". Esa instancia previa a comprarlo y meterlo en el bolso. Aquello le fascinaba. Por eso agradecía la cercanía de las fiestas.
- ¿Se lo envuelvo para regalo? - dijo la cajera del comercio al observar que se llevaba la "Edición Deluxe" de la marca más cara del mercado.
El hombre la miró distraído, aún ensimismado en sus pensamientos. Cuando se percató de lo que le hablaba, respondió sin vueltas.
- No te preocupes, lo llevo así nomás, total no me gusta.
Y con aire de persona realizada, salió a la calle, feliz con su compra cuyo destino inevitablemente era el cobertizo de su casa, donde amontonaba todo pan dulce que pudiera. El mal olor que lo invadía cada vez que abría la puerta no lo intimidaba. Era una razón más que alimentaba su afán de vengar su infancia: ¡No mamá, no me gusta el pan dulce, no mamá, no me obligues!
Sentía que con su compra, ayudaría al menos a una persona a no sufrir.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Liquidación

El cartel prácticamente lo gritaba en el rostro:
"Última semana, liquidación total"
Los precios eran increíbles. Se mordió los labios. Su mujer se iba a enfadar, pero quién sabe al precio que lo encontraría en un futuro. Sacó su billetera y observó que su tarjeta de crédito estaba allí. Con determinación entró y eligió uno hecho en caoba.
Feliz, siguió camino a su casa. ¿Le diría a su esposa o esperaría la ocasión adecuada? Estaba con esa duda cuando lo atropelló el taxi.
Lo estrenó esa mismo día. Y la verdad que lo pagó a buen precio.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Auxilio

Estaba histérica, además de desesperada. Tomó el teléfono y llamó a emergencias.
- ¡Por favor, urgente, mi madre se ha vuelto loca, no hace más que repetir todo lo que le digo, se ha puesto violenta, pretende atacarme con un cuchillo pero no ha podido dañarme... aún!
Menos de diez minutos después llegó una ambulancia y un patrullero policial. Entraron empujando la puerta. No tuvieron que estudiar demasiado la escena para sacar conclusiones.
Se llevaron a la mujer luego de sedarla.
Al espejo lo dejaron en su lugar.

martes, 23 de octubre de 2012

Click

A veces el click del mouse se disparaba en cualquier lugar. Aquella noche escapó de la pantalla y se ejecutó sobre la cabeza de Pamela. Quedó inmóvil y ya no hubo forma de reanimarla.

domingo, 14 de octubre de 2012

Posteridad

Pidió ser cremado junto a sus libros. Los que había leído y escrito. Se marchó una noche de tormenta, con el cielo azotando la tierra. Quienes lo visitan -ahora cenizas- acercan sus oídos a la vasija que lo contiene. Juran que siempre les narra un nuevo cuento.

domingo, 7 de octubre de 2012

El entrenador

La contratación de Fernando Racegue fue la gran noticia del día en el mundillo deportivo. El nuevo entrenador del club de fútbol más popular de la ciudad fue recibido con mucho escepticismo por todos. No solo por los socios e hinchas del equipo, sino por los de parcialidades rivales y los especialistas de los medios de prensa.
En televisión, el comentarista Luis Pablo Piono, fue terminante: "Una decisión equivocada". Algunos colegas utilizaron palabras similares, otros tildaron de error lo hecho por la comisión directiva. Incluso, algunos futbolistas de la institución, al ser entrevistados, dieron muestras de no comprender la llegada de Racegue.
García, el capitán, confesó que primero pensó que se trataba de una broma. ¡Racegue es ciego! dijo al borde del fastidio.
Y es que realmente lo era. Era de la ciudad y había jugado al fútbol en el equipo de ciegos de la provincia. La gente le tenía aprecio, pero de ahí a ser el técnico la brecha era enorme. Algunos simpatizantes se preguntaban ante las cámaras, desesperados: ¿Cómo hará para analizar al equipo? ¿Cómo verá lo que está mal?
Se sospechaba entonces que seguramente sus ayudantes de campo serían personas de confianza del club. Pero se supo antes de hacerse la presentación oficial, que lo secundarían dos futbolistas amigos no videntes de la selección provincial. 
¡Revuelo!¡Miedo!¡Incertidumbre! Del otro lado, de parte de los hinchas rivales, todo lo contrario. De la incredulidad pasaron a la sorna, al humor pícaro y oportunista. 
Racegue llegó a la sala de prensa a las cinco de la tarde. Solo lo acompañaba el presidente del club. Hubo bullicio a lo largo de cinco minutos. Todos hablaban al mismo tiempo, sin poder diferenciarse una pregunta de la otra. Finalmente, a fuerza de un "shhhhh" constante desde diversos lugares, los atolondrados periodistas guardaron el orden. 
- ¡De a uno, por favor! - pidió Rey Mandaquio, el presidente.
La primera pregunta se caía de madura. Era la que todos tenían en la punta de la lengua. Y tuvo el privilegio el cronista del Diario La Primera, que al límite de la burla, cuestionó el obstáculo físico que padecía el nuevo entrenador y las dificultades que conllevaría para poder ordenar al equipo en la cancha.
Racegue sonrió y a pesar de no ver, dirigió su rostro hacia donde estaba el periodista. 
- Entiendo su preocupación - comenzó diciendo - pero afortunadamente en el plantel tenemos jugadores todos videntes, de momento - se escucharon algunas risas - Si en la semana entrenan bien, con dedicación, no van a tener problemas cuando les toque jugar. Y si están jugando mal, me voy a enterar. Para eso tengo oídos, gracias a Dios. Voy a escuchar el murmullo de la tribuna, los gritos exacerbados cuando se esté jugando mal,  incluso, los mismos reproches que surjan dentro de la cancha, entre los jugadores. Y cuando los escuche, actuaré en consecuencia. Me puedo dar incluso el lujo de llevarme una radio portátil y escuchar alguna emisora, para saber que pasa en el campo de juego. El fútbol no tiene muchos secretos. En la cancha la historia la hacen los jugadores.
Los periodistas se pelearon por hacer la siguiente pregunta, hablando al mismo tiempo e incluso, luchando por tomar el único micrófono en la sala. Finalmente alguien la formuló.
- ¿No cree que es imprudente que un no vidente se haga cargo de un equipo? Es decir, no puede ver a los rivales, estudiar la forma de juego...
- Discúlpeme - contestó- pero el hecho de ver no es garantía de buenos resultados. ¿Acaso los demás entrenadores logran que sus equipos ganen siempre? No, porque eso es imposible. ¿Y si mejor esperamos los resultados y luego juzgamos?
Una nueva ola de preguntas se agitó en la sala. Pero a Racegue no lo incomodaba. Se había percatado que en realidad no eran preguntas, eran formas de desestabilizar su llegada, dudar de su capacidad. Los que preguntaban se creían dueño de la verdad. Pero el futuro no estaba escrito. Ni siquiera lo estuvo para él, que de chico soñaba con jugar al fútbol y debido a su no videncia, pensó que jamás lo haría. Nunca había visto un partido y tampoco lo había necesitado. Porque cuando alguien ama algo, no necesita verlo. Uno necesita sentirlo. 
Era la noticia del día, y quizá de los próximos días, hasta que algún otro hecho lograra acapar la atención.
Sin abandonar la sonrisa en el rostro, siguió contestando.



martes, 25 de septiembre de 2012

El lugar escrito

Su sueño era viajar a aquel lugar mágico, donde las historias recogidas en su mente se burlaban de lo posible, hurgando en lo macabro, lo exótico y paranormal. Ese lugar donde un payaso asediaba a los niños y una tormenta desaparecía a una isla entera. Ese sitio de faros, de bosques y pequeñas bahías, de fríos intensos y miradas gélidas. De asesinos y seres sin nombre. De pequeños que crecen pero siguen siendo prisioneros de sus tormentos. De una búsqueda inalcanzable, hacia una torre que todo lo enlaza. Cada vez que cerraba un nuevo libro, nombraba el sitio en voz alta, como si eso lo predestinara a ese viaje. Es que tarde o temprano se produciría, lo sabía muy bien. Al cerrar los ojos contemplaba un paisaje que conocía como la palma de su propia mano, imposible de confundir. Y al abrirlos, no dudaba en decirlo en voz alta: Iré. Se sentía parte de aquella región del norte, como buen lector de sus historias. Ir sería volver a casa. No sabía en cuál de todos los libros comenzó a sentir pertenencia, y tampoco le importaba. De lo único que estaba seguro, era que aquel era su lugar en el mundo. Cuando se lo comentaba a sus conocidos, estos se reían. ¿Querés conocer a King? Le preguntaban con sorna. Pero él guardaba silencio y sonreía sin resignarse. ¿Conocer a King? ¡A quién se le ocurriría! Ese hombre era tan solo el mensajero. El quería llegar a las entrañas de esa tierra, enterrar sus manos en el fango y encontrar las raíces de su existencia. Y transformarse en un ser más, en un monstruo más de esa geografía, saciar su sed de sangre, esa que lo llamaba tras dar la vuelta a cada página, buscando el final soñado, bajo la lluvia de Maine, en una noche de otoño fatal.

lunes, 17 de septiembre de 2012

El arduo camino del ascenso laboral

Aspiraba el ascenso desde hacía un par de años. El cargo de "jefe" era su meta y al fin lo habían llamado para una entrevista. Razón suficiente para que sintiera una extraña sensación de vértigo en su estómago y tuviese la frente perlada en sudor. La espera en el pasillo de la gerencia había sido devastadora, temía que los nervios le jugaran una mala pasada frente al gerente y durante todo el tiempo se imaginó echando a perder la oportunidad de las formas más ridículas. Al abrirse la puerta y escuchar su apellido todo miedo se disipó.
Se ubicó en una silla vacía, en tanto la figura imponente del otro lado del escritorio lo ignoraba mientras firmaba varios cheques que luego guardó en uno de los cajones. Una vez que terminó con la operatoria, puso su atención en la persona que tenía delante.
- Para el cargo de jefe se necesitan requisitos ineludibles - le advirtió con voz ronca pero segura.
El hombre se revolvió en su asiento, sin poder discernir si aquello era una pregunta o solo la introducción a la entrevista. Decidió aguardar en silencio.
El gerente buscó en otro cajón una carpeta, de la que luego extrajo un formulario.
- Veamos - dijo, mirando al entrevistado a los ojos - Le voy a hacer unas preguntas para poder determinar si es la persona indicada para el puesto.
Se limitó a asentir con la cabeza, al tiempo que silenciaba un carraspeo que quería incomodarlo en aquel crucial momento.
- ¿Sabe usar una planilla de cálculo? - fue la primer pregunta.
- Si, claro. Es decir, sumas, restas, esas cosas.
- ¿Y si se le pide una planilla de mayor complejidad?
- Bueno, le ordenaría a alguien que lo hiciera.
- Muy bien, muy bien. Dígame ¿si alguna persona bajo su responsabilidad cumple bien con su tarea, cómo debería felicitarlo?
- No debo, para eso se le paga. 
- Bien, muy bien. Ahora el caso contrario, una persona bajo su responsabilidad comete una imprudencia y el sector no alcanza un objetivo por su culpa. ¿Cómo procede?
- Con una reprimenda ejemplar, para que todos aprendan la lección.
- ¿Si alguien le reclama un aumento o beneficio?
- Lo ignoro.
- ¿En caso de reclamo colectivo, es decir, de varias personas?
- Fácil, les recuerdo toda la gente sin trabajo que mataría por ocupar sus lugares.
- Finalmente, ¿Buscaminas, Solitario o Carta Blanca?
- Buscaminas, toda la vida.
- Felicitaciones, el puesto en suyo.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

La simpleza de la felicidad

Le sonrió al calendario y se abrazó a su suerte. Un año con ella. Era feliz.

viernes, 31 de agosto de 2012

Bartolomeo enamorado

Algunos enamorados regalaban flores, otros bombones y no faltaba quién aún persistiera con el antiguo rito de la carta. Pero lo de Bartolomeo era distinto, único. Su regalo era muy difícil de equiparar con otros ejemplos. Porque él a su novia le enviaba cadáveres. Primero fue el de un anciano, luego el de un piloto de autos de carrera y finalmente, antes que ella lo denunciara, el de un bombero.
Mientras lo llevaban preso, bajo una fuerte custodia policial, alcanzó a gritarle por encima de los insultos de la multitud: ¡Amor, en el freezer dejé a tus padres! Ella cayó desmayada al instante. El enamorado Bartolomeo, en cambio, sintió que el corazón le volvía a galopar al ritmo de las mariposas que le revoloteaban en el estómago.

domingo, 26 de agosto de 2012

Indiscutible

No llega el que sabe, sino el que sabe llegar.

viernes, 24 de agosto de 2012

Mejoras productivas

Juró una y mil veces que solo había encendido fuego para preparar un asado, pero no le creyeron. Las pruebas eran contundentes, había enviado  señales de humo encriptadas al cielo y así orquestado el asalto a un banco en una ciudad vecina. Jamás encontraron el dinero, ni a los cómplices, pero lo condenaron a diez años de prisión, que cumplió en su totalidad.
Al tiempo lo volvieron a atrapar.
Juró una y mil veces que solo había querido conectarse a una red wi-fi para revisar el correo electrónico, pero no le creyeron. Las pruebas eran contundentes, se había conectado a la red del banco y transferido todo el dinero a una cuenta suya, que jamás pudieron rastrear. Lo sentenciaron a prisión quince años y salió en cinco por buena conducta.
Pocos meses después, fue arrestrado nuevamente.
Juró una y mil veces que solo se había desintegrado como parte de un experimento científico, pero no le creyeron. Las pruebas eran contundentes, había atravesado cinco bóvedas de máxima seguridad y robado el tesoro del banco central. No pudieron juzgarlo. Desapareció de la celda sin dejar rastro.
Aún buscan los botines de cada asalto.

sábado, 18 de agosto de 2012

El fin de las musas

Las musas, como todo laburante, tienen horarios de trabajo. No siempre coinciden con los del artista y eso es notable a la hora de juzgar el fruto del tiempo invertido por éste. También, cuando las condiciones en las que deben realizar sus tareas no son dignas, realizan medidas de fuerza, que van desde una huelga general que suelen provocar bloqueos artísticos o bien, un trabajo a desgano, que conlleva a producciones de muy mala calidad.
Los críticos de arte, sin embargo, tienden a confudir los estados de las musas, considerando muchas veces, como genialidades los resultados artísticos acontecidos en los momentos en el que las musas menos influencia tenían sobre el artista.
Eso entonces provoca que se avale como bueno lo que no lo es y se ignore lo que realmente vale la pena. Y tanto ha sucedido esto, que ya es imposible determinar cuando un artista ha sido visitado por una musa o tan simplemente, el éxito ha sido decidido por el capricho de un crítico.
Incluso, hay quienes se atreven a decir que las musas hace rato que abandonaron el oficio, dedicándose a menesteres más mundanos, como la producción de la miel de abeja roja o la crianza de amapolas en estado silvestre, y que todo lo que creemos es arte, en realidad no lo es.
Por lo tanto, arte o no, y ante el desamparo de las musas, privado de todo tipo de inspiración, ponemos punto final a este texto. ¡Y que sea tarea del crítico lector determinar lo que de estas líneas, ha resultado!

jueves, 9 de agosto de 2012

Carrera

Los ocho atletas soñaron con tener la carrera perfecta y todos llegaron al mismo tiempo. Los jueces no lo creyeron posible e hicieron repetir la prueba. Ninguno largó esta vez y todos fueron descalificados. Los jueces se proclamaron vencedores.

jueves, 2 de agosto de 2012

Blanco inocencia

Pinté las últimas paredes con el crudo invierno a mis espaldas. Las dejé blancas, inmaculadas. Los vidrios se empañaban por el contraste de temperatura. El paisaje helaba el corazón de solo mirarlo. Pero ya había desaparecido. Lo cubría una mano de "blanco inocencia", como me habían apuntado antes de salir. Una venganza bien ejecutada no tiene condena. Más cuando la impunidad es la moneda de cambio.

sábado, 21 de julio de 2012

El loco del reloj

Le decían el loco del reloj, porque usaba dos en cada brazo. Uno lo utilizaba para saber la hora real, pero nunca la consultaba. Otro lo tenía adelantado diez minutos y era el que usaba más a menudo, dado que señalaba que de esa forma llegaba a tiempo a cualquier cita. Había uno de esos relojes que solo lo observaba cuando sonaba la alarma que le programaba aunque nadie jamás supo la razón de la misma.
El cuarto directamente no funcionaba, pero era recuerdo de su padre. Supo usar en una época un quinto y un sexto reloj, pero con el tiempo se dio cuenta que eran demasiados.
Todas las tardes se sentaba en la plaza, justo frente a una pequeña torre con reloj que ornamentaba la calle principal del pueblo. Se quedaba largo rato mirando como las agujas del mismo iban cambiando de posición, como si en eso se concentrara la razón de la existencia.
Era de poco hablar y evitaba cualquier posbilidad de conversación. Si alguien le preguntaba la hora, le devolvía una mirada enojada y seguía su camino, sin responder ni una sola palabra.
Cierto día sacaron la torre con el reloj, porque la comuna debió venderla para poder pagar unas deudas. Desde entonces todas las tardes permaneció en el lugar donde estaba colocada la torre, parado y con un brazo en alto, mostrando dos de sus relojes. La gente pasaba caminando a su lado y le sonríe. Ni siquiera devolvía esos gestos.
De repente dejó de verse su figura por las calles, justo después de la muerte de su madre. Algunos aventuraron que se había ido del pueblo, otros que había muerto o tenido algún ataque de locura. En realidad estaba en su casa y de allí no salía. Ya no tenía a nadie que le diera cuerda.

domingo, 15 de julio de 2012

Sobresalto

Despertó sobresaltado, con escarcha en los brazos. Había soñado otra vez con sus padres vivos. Reprimió el estremecimiento y se sintió cómodo al saberse bajo su lápida. El fantasma volvió a sumirse en el descanso, que lejos estaba de ser eterno.

martes, 3 de julio de 2012

¿Y si el hombre se cansa?

¿Y si el hombre se cansa?
¿Y si acaso desea apurar su destino, ese al que todos nos espera?
¿Qué pasa entonces, cuando eso anhela?
¿Tiene acaso el derecho de reclamar su parcela?
¿Cuál es nuestra función en semejante dilema?
¿Escucharlo tan solo y cambiar de tema?

El grito es el llanto, el deseo es la pena,
la vida que ya no es vida, cae como la arena.
La sangre en las venas se inquieta y la mente se estresa,
es un cuerpo inerte que suplica, pero ya no reza.
Se encomienda a la vergüenza, al dolor,
se sabe impotente, títere del tiempo,
ya no es el que era, ni tampoco será mucho más
tan solo un cuerpo que aguarda, ni siquiera con paz.

Las horas son lentas, presas de una desgracia,
haciendo del desenlace, una nueva burocracia.
Las agujas marchan llevadas por una brisa,
que en tanto giran, reprimen la prisa.
El hombre cansado solo pide piedad,
que el momento llegue y nada más,
que lo envuelva la noche, Dios o Satanás,
adormeciéndolo para siempre, de esta realidad.

¿Y si el hombre se cansa, pero no puede escapar?
¿Cuál es el destino, si se harta de esperar?
¿Si su deseo es basta y ya no quiere más?
¿Qué?
¿Cómo?
¿Dónde, está la respuesta que sueña escuchar?



domingo, 24 de junio de 2012

De montañas y otras miradas

Llegué a la cima de la montaña extenuado. Mis dos compañeros parecían en mejor forma. Podía observarse el infinito desde aquella altura. El mundo parecía imponente y nosotros, los reyes de todo. Pero cierta sensación se apoderó de mi. Un dolor emocional. Una marea interna que me azotaba con violencia. Porque después de tocar el cielo con las manos, habría que bajar, que volver a la planicie. Y estando tan alto, descender era retroceder, era un regreso no deseado. Les dije a mis compañeros que no volvería con ellos y creyeron que el ascenso me había afectado. De alguna manera se las ingeniaron para sedarme y cuando desperté, me estaban bajando. Sentí que regresaba a ninguna parte y me dejé arrastrar. Ahora nuevamente veo al mundo como siempre, ya no observo el horizonte interminable. No me creo fuerte ante la vida, no me considero valiente ante el porvenir. Sin embargo, vivo. Y sigo. Esperando alguna otra vez, volver a escalar.

domingo, 17 de junio de 2012

Inconcluso

Nicanor era muy bueno escribiendo, pero renegaba de las ideas que se le ocurrían. Empleaba semanas en borradores que luego descartaba, porque el tema no lo convencía o bien, llegaba al último capítulo de una novela y desistía de proseguir, porque consideraba que la trama no era aceptable.
Estuvo en contacto con varias editoriales, que estuvieron a punto de publicarlo en numerosas ocasiones, pero jamás llegó a redactarse contrato alguno. Los editores se mostraban entusiasmados con las sinopsis, razón por la que no entendían las razones que llevaban posteriormente al escritor a abandonar la historia.
Al momento de fallecer, Nicanor no había terminado ningún cuento, poesía o novela. Todas sus obras quedaron inconclusas y archivadas. Tras su deceso, llegó la duda. ¿Había muerto un escritor o un casi escritor?
El debate continua hasta el presente en los ámbitos académicos.

lunes, 4 de junio de 2012

La masacre de los tomates

El rey cabeza de tomate avanzó arengando a sus tropas. La batalla del huerto aun no estaba perdida. Adelante, entre las malezas, se ocultaban astutos los rábanos. La ayuda que las zanahorias habían prometido, nunca había llegado. En cambio, habían sufrido el fuego cruzado de las mazorcas de maíz. ¡Triunfo o salsa! fustigó a los suyos, sabiendo que los llevaba hacia una verdadera ensalada. Al final del día, la tierra se tiñó de rojo.

martes, 29 de mayo de 2012

Desamparada

Hoja descascarada que marchita sin prisa
el despojo como herida, el llanto del niño
que amamantas con temor y sin corpiño
el penar de tus años, que alejan la risa

De calles sin nombre, cual fantasma a la deriva
del olvido sin causa, sin flor ni retoño
de pesares infinitos y eternos otoños
caminas como nadie, sin destino ni vida

La mano que extiendes, vuelve vacía
y las miradas que esperas, son esquivas
mientras las horas se roban el día
y el corazón se estruja sin comida

Las lágrimas se te hagan a un lado
y tu frente lleves siempre erguida
que si bien no es fácil esta vida
peor es creer que todo ha terminado

La esperanza es una buena amiga
aún cuando con eso solo no alcance
y la vida esté lejos de ser un romance
porque hace que duela menos el “mendiga”

El descanso en el suelo áspero y frío
es el de una hoja moribunda, olvidada
pero no te rindas, no permitas tu retirada
que el mundo sepa de quién es el brío

miércoles, 16 de mayo de 2012

Pronósticos

Existe gente con dones naturales, talentos innatos que le dicen. Algunos transcurren la vida sin saber que son poseedores de uno, pero otros, afortunadamente en muchos casos, toman conciencia del que tienen y hacen uso del mismo.
El caso de Carlitos Ripol sin embargo, ha despertado dudas en el ámbito universitario. La duda es si realmente se puede encuadrar a esta persona como talentoso o un simple farsante. La realidad es que Carlitos no se cree para nada un embustero. Está seguro de su talento.
Como todas las mañanas, Carlitos se levanta, desayuna y lee el diario, al que le refuta entre otras cosas, todo pronóstico existente, ya sea sobre el tiempo, los números de la quiniela o el horóscopo. Es que él, nacido y criado en las afueras del pueblo, educado entre cada pastoreo y cosecha, tiene sus propios augurios.
Tras esa lectura, abre la puerta del rancho y la deja así, de par en par. A los pocos minutos comienzan a llegar los vecinos de pueblos cercanos para saber su suerte para ese día.
Arriban con provisiones, dado que Carlitos no les cobra y a ellos les parece mal no dejar nada a cambio por sus palabras. Así es que a Susana le asegura que apueste por el 53 que saldrá a la cabeza y que no mande a la peluquería a su hijo ese día porque el peluquero está en un mal día y le cortará mal el flequillo; a Jacinto le profetiza una espina en el pescado y que por la noche entre las macetas, que la helada le secará de lo contrario todas las plantitas. Dominga se va preocupada, porque le ha dicho que su hija regresará sin problemas del viaje al sur.
Y está bien que Dominga se preocupe, porque rara vez Carlitos acierta un pronóstico. Es por eso que Susana le jugará al 35 y mandará tranquilo a su hijo a la peluquería y Jacinto comerá sin miedo el pescado gratinado que su mujer le prometió para el mediodía, amén de olvidarse de sus plantas, que podrán pasar la noche en la intemperie sin miedo a que se hielen.
Los estudiosos no se ponen de acuerdo, porque quizá el talento existe, pero Carlitos lo utiliza exactamente al revés. Pero mientras ellos debaten, sus vecinos le agradecen. No será lo que él dice, pero sin dudas que es una ayuda.

viernes, 4 de mayo de 2012

Alvarito

Alvarito, siempre tan tímido. Le pidió al poeta del pueblo que le escribiera una poesía para la chica que le gustaba y para tal fin, se la mostró desde lejos. Al otro día los cruzó sentados en un bar, bebiendo una gaseosa y tomados de la mano. Alvarito, siempre tan comedido. Su amigo del alma necesitaba que lo acompañara una noche a la casa de sus suegros. Lo vio meterse por la ventana y se quedó esperándolo bajo la luna. Solo debía avisarle si llegaba alguien. Pero ni siquiera se percató del policía que lo apresó por merodear en forma sospechosa. Alvarito, siempre tan compasivo. Los niñitos que piden limosna siempre han sido su debilidad. Imposible no detenerse frente a la iglesia y sacar la billetera para darles unos pocos billetes a esos niños deseosos de comida y cariño. Una vieja costumbre, que tanto le han recomendado no hacer. Sobre todo si hay otros observando y que al doblar la esquina no tienen el menor reparo en detenerlo, ponerle un cuchillo en la garganta, sacarle la billetera y salir corriendo. Alvarito, siempre tan Alvarito. Creer que todo está bien, que las cosas pasan porque si y no porque uno las provoca. Por eso va por la vida como si nada, sonriendo, saludando, esperando lo mejor de todos. Porque si uno da lo mejor, seguramente recibirá lo mejor... ¿o no? ¿Un telegrama bajo la puerta de su casa? ¿Despedido? Se resigna, otra vez tendrá que tirar curriculums... Ay Alvarito, siempre tan vos. Así nunca vas a ser alguien.

domingo, 29 de abril de 2012

Un viejo

Un viejo camina ausente
y aunque imagínase erguido
cerviz de sauce en la fuente,
cayado en siglos sumido.

Las décadas que ha vivido
le han retenido el aliento,
han puesto sepia en olvido
con hastíos macilentos.

Los fresnos siembran monedas
que cayendo a ritmo lento 
en nostalgiosas veredas
sin tintines bajo el viento

se deshacen en crujidos
pobre orquesta en contrapunto
titubeos sostenidos
sin unísono el conjunto.

Pero él escucha ovaciones,
de quién sabe qué tribunas
coro de las emociones
sus recuerdos importunan.

Lo celebran los canteros,
serias dalias, los claveles,
le devuelven los tinteros,
la colimba, los laureles,

los tiempos que se amontonan
en rincones polvorientos
nunca su gloria destronan
pincelando aburrimiento.

Quiera el cielo que recuerden
la simiente de su especie
no hay amparo si se pierden
sus palabras, no se aprecie

que su paso en la espesura
de una vida aventurada
de la historia, travesura,
está escrito en su mirada.

viernes, 13 de abril de 2012

Tenés que hacer algo Nelly

Y eso que se lo advertí varias veces a la Nelly. Le dije, lo recuerdo bien clarito, "tenés que hacer algo Nelluy, son muchas horas delante de la computadora". Al Matías apenas si lo dejo una o dos horas, después lo echo al patio o a la calle, para que respire aire libre, juegue a la pelota o lo que sea, pero afuera, no encerrado en la casa. En cambio el Hugo, madre mía el Hugo, creo que en los últimos tres años apenas si vio la luz del sol. Salvo para ir a la escuela, el Hugo no salió nunca en este tiempo de la casa. Le pregunto a ella: "¿Y que hace Nelly?". Juega en la compu, me respondió cada una de las veces la Nelly, resignada.
Parece mentira, casi como una bruja le dije una vez: "Va a llegar un día que no lo puedas sacar de la pieza". La Nelly se me reía, jactándose de inmediato que llegado el momento, con un grito arreglaba todo. Pobre, que ilusa...
Acerté en la premonición, aunque no en el sentido que lo pensaba entonces. Es verdad, al Hugo no hay forma de sacarlo de su habitación, pero no porque no quiera, sino porque no puede. Se puso tan obeso en las vacaciones, que al tener que volver a la escuela descubrieron que no salía por la puerta. Y una saca cuentas, no hay muchos misterios, fueron tres meses encerrado en su pieza del primer piso, jugando a los videojuegos, comiendo porquerías, sin hacer ejercicios.
La escucho a la Nelly chillar, a pesar que la pared que da a su casa es de treinta. Está desesperada pobre mujer, los bomberos amenazaron con romper una de las paredes y luego usar un sistema de poleas para bajarlo a la planta baja. En la calle está medio barrio. La curiosidad carcome a todos. Y sin embargo aquí me tienen, en la cocina de mi casa, espiando de vez en cuando por la ventana, pero sin animarme a salir. ¿Se imaginan estar en la situación de la Nelly? Válgame Dios. Por eso no me arrepiento de agarrar cada tarde de la oreja al Matías y arrojarlo al patio, como si fuese una mascota que se ha portado mal.
Es horrible, también escucho al Hugo que le grita a la madre, casi al borde de un ataque de nervios. Intento no escuchar, pero es imposible: "Esperá mamá, decile que aguanten un toque, que estoy en el último nivel y en cualquier momento llega el jefe final".
Pobre Nelly, pobre Nelly...

jueves, 5 de abril de 2012

La pregunta

La contempló una vez más desde el puente de mando. Solitaria y pequeña, como jamás la había imaginado. El capitán también la observaba. Los demás no tenían el coraje. Se les notaba en los semblantes avasallados por la tristeza.
Carraspeó un par de veces y luego le hizo aquella pregunta, cuya respuesta sabía de antemano, a su superior, a quién los ojos parecían temblarle frente al infinito espacio que se esparcía más allá de lo que podía apreciar.
- ¿Volveremos por ella en algún momento?
El capitán se permitió el silencio, no como respuesta, sino como estrategia para ganar tiempo, mientras buscaba las palabras justas, que pudieran contestar con certeza el interrogante, el mismo que se hacían cientos y cientos de sobrevivientes, mientras se alejaban de todo lo conocido.
Finalmente cerró los ojos y contestó, conciente que aquella oscuridad momentánea no lo ocultaba, sino que muy por el contrario, lo exponía ante la humanidad, como responsable de aquella huída, de aquel salvataje en medio del caos, de la destrucción. Solo necesitó una palabra, tan solo una que resumía no su deseo, sino la realidad, aquella a la que siglos y siglos de vandalismo y desidia habían logrado concretar.
- No.
El sargento miró por última vez el planeta y retomó su puesto. Atrás quedaba el pasado.

sábado, 31 de marzo de 2012

Las pastillas de la anciana

Casi con timidez le hizo la pregunta.
- ¿Podrán ser dos?
El hombre la observó por encima de sus gafas y sin poner objeciones, le recetó dos cajas en lugar de una.
La mujer tomó los papeles y los guardó rápidamente en su cartera, como temiendo que se arrepintiera.
Caminó con esfuerzo hasta el puesto de venta más cercano. Sus pies no podían llevarla más ligera. Mostró orgullosa sus recetas y esperó a cambio las dos cajas. Pagó satisfecha y se fue.
A medida que veía las casas de su cuadra, sonreía. Se le antojaba un día perfecto. Llevaba las dos cajas dentro de la cartera.
Ahora que tenía una de más, podía llevar adelante su plan. Tomó la suya, la de cada mediodía. Sacó otras tres pastillas, de la segunda caja. La de repuesto, pensó. Y las metió empujando con los dedos dentro de un pedazo de carne.
Salió sigilosa al patio, tratando de no hacer ruido. De todas formas el canino del vecino la escuchó y comenzó a ladrarle con furia. Ella le arrojó el bocado directamente encima de la cabeza.
El perro dio un salto y lo atrapó en el aire.
- Pobre de vos, perro malo - le espetó, volviéndose al interior de su vivienda. Con suerte, lo dormiría hasta la noche y así podría salir a regar sus plantas sin tener que soportar tanto ladrido.
Esperó prudencialmente una hora y se asomó al patio. Fue instantáneo. El animal la toreó con odio. Se imaginó que en los perros, la pastilla demoraría más tiempo en hacer efecto. Volvió a salir sesenta minutos después. Escuchó los ladridos ni bien puso un pie en el patio.
No entendía que sucedía. Aquello no daba resultado. Miró la hora. El doctor aún estaría en el consultorio. Esta vez no caminó, pidió un taxi. Llegó justo para pararlo en la puerta. En pocas palabras le dijo que la pastilla no estaba haciendo efecto (nunca explicó en quién).
El doctor le sonrió.
- Doña Amanda, sin embargo a usted la veo bien, enérgica, llena de fuerza, mire como se la nota exaltada. Déjeme decirle que en realidad nunca le han hecho nada, es un placebo. Es hora que lo sepa. Usted está sana, sucede que cree que necesita de las pastillas para estar bien.
- ¡No! - le recriminó ella. - No estoy bien, el perro me ataca continuamente, cómo puede decir que estoy bien.
- ¿Qué perro? Amanda, le hablo de su salud, usted...
- Yo nada. El perro es el que me molesta y usted me da pastillas que no hacen nada. ¿Cómo quiere que esté bien?
- Usted está bien Amanda, entiéndalo.
- Dígame entonces cómo estar mal en serio, cómo estar tan mal como para que me recete el medicamento verdadero.
- Por favor Amanda, no diga estupideces.
- ¿Estupideces? Claro, usted con su guardapolvo blanco, su auto cuatro puertas, vive ajeno a este mundo, donde los perros ladran y una no puede estar ni siquiera en su propio patio.
El hombre estaba perdiendo la paciencia.
- Si lo que la molestan son los perros, hable con los dueños, pero no se haga recetar fármacos para intentar envenenarlos o lo que sea. La podría denunciar si quisiera.
- Me da remedios que no sirven, ahora me quiere denunciar. Usted es un delincuente, le tendrían que sacar la licencia.
- Amanda, escúcheme. Me está haciendo enojar. Présteme atención, ya estoy podrido de seguirle el juego. No soy doctor, soy electricista y usted se empeña en venir todas las semanas al negocio de reparación a pedirme lo mismo. Y después sale y compra cajitas de Sugus en el kiosco de enfrente. ¿Sabe algo Amanda? Me cago en el barrio de mierda este que le sigue la corriente. ¿Sabe dónde tendrían que estar los locos como usted? ¡En un puto psiquiátrico! Así que déjeme de joder Amanda.
Se marchó dando grandes zancadas, lejos de todo juego.
La anciana mujer se quedó endeble ante la brisa, observando como se alejaba aquella persona.
- ¿Por qué me tuvo que decir tantas barbaridades? - se preguntó - ¿Puede un doctor ser tan bestia?
Suspiró profundamente. Tenía el semblante triste. Pero de repente abrió los ojos bien grandes y esbozó una sonrisa:
- ¡El cardiólogo quizá me las pueda recetar! - dijo en voz alta y tras cruzar la calle, se metió en la carnicería.

lunes, 12 de marzo de 2012

Aniversario

Quedó petrificado delante del calendario. Ese almanaque tan feo que ella había puesto en un costado de la alacena. El mes de marzo estaba rodeado con fibrón rojo y decía en letras grandes "Aniversario".
¡Lo había olvidado! Y entonces supo lo otro, lo peor, aquello que lo había dejado como una roca. Tampoco recordaba la fecha exacta.
Pensar no era su fuerte. ¿Sería en la primera semana? No le convenía, ya había pasado. ¿Y acaso ella no había estado distante los últimos días? Con seguridad la fecha había pasado y ella estaba buscando la manera de echárselo en cara.
Pero tampoco podía quedarse con esa idea, podía ser que aún no llegase la fecha y de esa forma, tendría tiempo para sorprenderla. Pero... ¿cómo iba a averiguar el día exacto? No quedaba bien preguntárselo, y tampoco quería arriesgarse a decir algo como "amor, que te parece si para el aniversario vamos a cenar, te parece esa misma noche o un sábado". Podía funcionar, a menos que cayera un sábado. O que ya hubiese pasado, lo que le daría el pie a ella para arrojar sobre él una catarata de insultos.
Debía hacer algo. Ella entró a la cocina. Traía las compras para el día. La ayudó con las bolsas y le dio un beso. Luego le mostró la mejor de las sonrisas y se lanzó a su suerte: "Amor, que te parece si vamos a cenar para el aniversario".
Ella sonrió de alegría y lo abrazó con ganas. Qué bueno es que tenga tanta mala memoria, pensó. El mes pasado ya había resultado, y ahora otra vez. Suspiró contenta. Para abril iría pensando en un restaurant húngaro, estaba antojada de goulash, pero para esta invitación no tenía dudas: sushi en un japonés.

jueves, 8 de marzo de 2012

Semblanza de una rutina

Aún es temprano, piensa, pero así y todo abandona la cama y se entrega a la rutina. Por la ventana divisa los últimos vestigios de la noche, que ya remite, buscando refugio ante la salida del sol.
Mientras pone el agua en la pava, repasa los quehaceres de la mañana. Lo atrapa el canto del gallo, quebrando la penumbra. Le gusta aquel momento, lo disfruta. Pone la pava al fuego y busca el mate. Lo lava bien y vierte yerba de un solo lado del hueco.
Se asoma al patio y respira con fuerza. El aire puro penetra con vigor en su cuerpo. El amanecer es inminente. Vuelve al interior y apaga el fuego. Con cuidado hecha el agua en el termo.
Vuelca el agua en la parte sin yerba del mate y luego coloca la bombilla. Le da un primer sorbo, cuidando de no quemarse. Aprueba con una sonrisa. Suave, como a él le gusta.
Se pone la camisa y las botas. Toma el termo, el mate y un sombrero para cuando asome el sol. Sale otra vez, pero ahora por la puerta del frente. Lo espera un viejo tractor, que anhela lo jubilen.
Sube, pero antes de ponerlo en marcha, permanece allí contemplando el infinito verde. Algunas manchas amarillas en el paisaje le recuerdan semanas de sequía. Sorbe un trago. El mate está delicioso. Ceba un par de mates más y luego pone en funcionamiento el motor.
La máquina escupe ruidos durante unos segundos, pero finalmente entona su canto habitual, ese que indica que todo marcha bien. El sol ya está saliendo. De la noche solo queda el canto de algunos grillos y algo del fresco que lo había obligado a cerrar las ventanas algunas horas antes.
Se aleja en el viejo trasto, enarbolando una sonrisa. No hay mejor prisión que la propia libertad.

sábado, 3 de marzo de 2012

Alquimia del dolor

Sobre las teclas del piano las manos van y vienen, mientras los dedos caen en pinceladas que despiertan sonidos armónicos arrancados al silencio, a la habitación vacía, tan solo ocupada por él, ese cuerpo en pena, que encorvado sobre los dientes blancos y negros del colosal instrumento destierran al olvido los dolores del pasado.
Eso en realidad desea, anhela, casi como una súplica, pero sin darse cuenta lo único que está logrando es un principio de la alquimia, transformando las heridas en notas, los crudos recuerdos en melodías que ahora envuelven la sala, recorren los rincones y penetran en sus oídos, regresando consigo el ayer que quería olvidar.
Y de esa manera descubre algo más, una revelación que lo asfixia, lo deja sin consuelo: el dolor no tiene final. Partitura eterna de la vida, ni siquiera muere en la muerte. Se transmuta, escapa, vuela, sin que nadie sepa donde irá a detenerse la próxima vez.

martes, 21 de febrero de 2012

El muchacho de ocho años

Maldito el destino en jugarle tal broma, triste la vida a tornarse tan lenta. Se acerca su cumpleaños después de tanto tiempo. Al fin año bisiesto, al fin un 29 de febrero. Sus piernecitas cortas se encaramarán a la silla para soplar las ocho velitas y abrirá regalos hasta que sea entrada la noche. Pero de todas formas siente pena por sus padres, viejos y cansados, para los cuales los años pasan normales; y por sus hermanos menores, que sin embargo son más grandes. No por nada sueña con un andén y un tren que se aleja, dejándolo olvidado. No por nada maldice al destino, encerrado en un cuerpo que no comprende.

martes, 14 de febrero de 2012

Del verbo amar

Es esa sensación,
difícil de explicar,
parecida a la calma de un río
antes de la tempestad.

Es algo que solo
lo define el verbo amar.
Sensación de vértigo
y felicidad.
De adoración infinita
a una deidad.

Necesidad de decir
una y otra vez
eso que nos hace vivir
el te amo, el te quiero,
una y otra vez.

El deseo de un beso,
de un abrazo
de una caricia sin fin
de unos minutos más
de todo el tiempo del mundo.

Melodías sin letras
de una canción del corazón
impregnando el alma
llenándola de pasión

Eso que sentimos
y nos cuesta describir,
eso que nos hace cosquillas
y nos invita a ser feliz.

Es más que amor,
es un sueño hecho realidad
Es más que un camino,
es un paseo celestial.

Y solo te puedo decir
lo que refleja mi corazón,
aquello que me hace vivir
iluminado por tu sol.

Amor de mi vida,
reina mía y de mi paz,
te amo para siempre,
de aquí a la eternidad.

lunes, 6 de febrero de 2012

Repercusiones de un fracaso

El caso del bioquímico Aldo Casech ha sido el comentario destacado del mes pasado en las gacetillas de la medicina mundial. Como resaltara el investigador Eusebio Montes en "El Jornal Médico" de Madrid "el fallido proyecto a cargo de Casech no solo detiene los avances en el área, sino que además retrasa en materia de conocimientos". Si a esto le sumamos el punto de vista siempre ácido pero certero del neocelandés William Vladir, expresado en "The White Observer", que no tuvo reparos en publicar que "Casech es a la ciencia, lo que Hitler a la paz mundial", llegamos a la conclusión de que el bioquímico cordobés ha perdido prestigio en el terreno internacional.
Para quienes aún ignoren lo sucedido, cosa proco probable a esta altura de los conocimientos, bien vale recordar el título a dos renglones y en letras de molde que pusiera en tapa el semanario argentino de medicina "Al día con la salud", dando a conocer la noticia: "Bioquímico argentino deja en coma a treinta ayudantes por error en un experimento".  
Casech se encuentra al día de hoy bajo tratamiento debido a un severo shock nervioso, en un psiquiátrico de su provincia natal. En tanto, médicos convocados de todo el país buscan la manera de regresar a la vida normal a las pobres víctimas del malogrado experimento. La medicina mundial debate mientras todo esto sucede si descarta para siempre o no las investigaciones previas de Casech, que tres meses antes había anunciado estar, tal lo reflejara "Hora médica" de Distrito Federal, México, en una edición especial dedicada al argentino y su equipo de trabajo: "En las puertas de la inmortalidad".
Si la condición de inmortal puede alcanzarse o no, sigue siendo aún un misterio de la medicina y al mismo tiempo, un mito de la humanidad. Como manifestara en su columna semanal del "Catalunya Med" el licenciado Albert Beltran, "hasta ahora la única forma de lograr la inmortalidad es a través de los logros y la memoria colectiva y ni siquiera eso nos asegura que podamos sobrevivir al tiempo, porque es una carrera desigual y sin sentido".
Ignoramos que pensarán al respecto Casech y los invetigadores que abordan esta temática, que podría decirse, es tan vieja como la humanidad misma.

viernes, 27 de enero de 2012

Temor al mundo

Tengo la luna envuelta y con un moño rojo, preparada para regalar. Tengo un sueño durmiendo en un colchón, con la cabeza sobre la almohada y los pies arropados con nuevas sábanas.
Tengo un mundo afuera que vive en pleno caos, gritándose cosas, insultándose, hablando de la paz a puñetazo limpio, soberbiando el existir, ninguneando al débil.
Y sobre todo tengo el deseo de despertar al sueño, tomar el regalo y abrir la puerta, salir al mundo y elevando la voz anunciar que todo puede cambiar, que todos podemos hacer de esto algo mejor y ofrecer mi obsequio, esperando millones de sonrisas.
Pero también tengo miedo.
Miedo que nadie me escuche y aquellos que lo hagan, se rían y tras media vuelta, sigan peleando en nombre de cosas buenas. Y aquí estoy, con la mano en el picaporte, decidiendo si debo salir.

miércoles, 18 de enero de 2012

De las profundidades

En algún camino de la vida su mente se tornó oscura y opaca como un anochecher.
Fue hace tiempo, tan lejano, tan distante. Pero desde entonces no paró de crecer.
Cada vez más maldita, más retorcida, en una inevitable búsqueda donde no jugaba el azar.
Recorriendo las calles bajo las estrellas, eligiendo la víctima, escogiendo a quién matar.
Sin embargo siempre fue eso, el deseo, la lujuria, con un dejo de perversidad.
Como un vicio que no se puede dejar, como un escapismo de la realidad.
Hasta aquella noche en la que la vio, a ella, a esa mujer que lo convirtió en alguien letal.
Su mente anhelaba la sangre, como su cuerpo y la hoja de acero entonces, al fin, fue mortal.
La muerte a sus pies, mostrándose como lo que es: el fin y nada más.
El pánico lo asaltó y de golpe sus ojos entendieron que no había más allá.
En su mente hubo un quiebre, algo que se rompió, como en aquel anochecer.
Corrió en la noche, sin dirección, mirando hacia atrás. Ya no sabía que había sido de él en el ayer.
Arrojó el cuchillo al río y lo olvidó, como quién aleja de su mente un tormento cruel.
Ni uno ni otro desaparecen, tan solo quedan ocultos debajo de una nueva piel.
Y uno sabe que algún día pueden volver.
De las profundidades pueden volver.

jueves, 12 de enero de 2012

Va mucho más allá

No se trata del simple hecho de encender la luz. No, va mucho más allá. No es solamente el acto de estirar el brazo a la deriva, hasta que los dedos tantean el interruptor sumido en la oscuridad para luego accionar la perilla y bañar la habitación de esa luminosidad que nos devuelve el aliento. No, va mucho más allá. Es todo lo que no se vislumbra de esa acción, aquello que nos motiva a escapar de las penumbras. Es el miedo oculto en nuestro interior, los terrores primarios que escondemos bajo capas y capas de recuerdos y pensamientos. Es la sensación de haber sido rozados en la noche por una mano espeluznante, de haber escuchado el susurro pronunciando nuestro nombre desde la ventana, de estar seguro de los pasos en el pasillo, de ese movimiento casi imperceptible bajo la cama. No es encender la luz. Va mucho más allá. Es volver a sepultar en la oscuridad lo que no queremos ver, sentir ni escuchar. Y paradójicamente, la oscuridad la hacemos con la luz.

viernes, 6 de enero de 2012

La mujer inmaculada

Ella, la mujer, inmaculada. Avanza, acaramelada. La luna aguarda, ajada. Las horas pasadas, las décadas olvidadas, que ella ha atravesado, amando, sufriendo, queriendo, deseando, sintiendo. Ella, que ahora desempolva de la caja sus recuerdos, observando en el reflejo que la edad se ha llevado los mejores momentos. Pero sin rencores, se sabe humana, se sabe amada. Es mujer, es ella. La que lucha, la que no se rinde. Y a sus pies seguirán cayendo, enamorados. Y de sus entrañas, seguirá pariendo. De su alma, seguirá amando. Lo sabe ella, lo sabe la luna que espera y lo sabe el tiempo, testigo eterno.