martes, 29 de mayo de 2012

Desamparada

Hoja descascarada que marchita sin prisa
el despojo como herida, el llanto del niño
que amamantas con temor y sin corpiño
el penar de tus años, que alejan la risa

De calles sin nombre, cual fantasma a la deriva
del olvido sin causa, sin flor ni retoño
de pesares infinitos y eternos otoños
caminas como nadie, sin destino ni vida

La mano que extiendes, vuelve vacía
y las miradas que esperas, son esquivas
mientras las horas se roban el día
y el corazón se estruja sin comida

Las lágrimas se te hagan a un lado
y tu frente lleves siempre erguida
que si bien no es fácil esta vida
peor es creer que todo ha terminado

La esperanza es una buena amiga
aún cuando con eso solo no alcance
y la vida esté lejos de ser un romance
porque hace que duela menos el “mendiga”

El descanso en el suelo áspero y frío
es el de una hoja moribunda, olvidada
pero no te rindas, no permitas tu retirada
que el mundo sepa de quién es el brío

miércoles, 16 de mayo de 2012

Pronósticos

Existe gente con dones naturales, talentos innatos que le dicen. Algunos transcurren la vida sin saber que son poseedores de uno, pero otros, afortunadamente en muchos casos, toman conciencia del que tienen y hacen uso del mismo.
El caso de Carlitos Ripol sin embargo, ha despertado dudas en el ámbito universitario. La duda es si realmente se puede encuadrar a esta persona como talentoso o un simple farsante. La realidad es que Carlitos no se cree para nada un embustero. Está seguro de su talento.
Como todas las mañanas, Carlitos se levanta, desayuna y lee el diario, al que le refuta entre otras cosas, todo pronóstico existente, ya sea sobre el tiempo, los números de la quiniela o el horóscopo. Es que él, nacido y criado en las afueras del pueblo, educado entre cada pastoreo y cosecha, tiene sus propios augurios.
Tras esa lectura, abre la puerta del rancho y la deja así, de par en par. A los pocos minutos comienzan a llegar los vecinos de pueblos cercanos para saber su suerte para ese día.
Arriban con provisiones, dado que Carlitos no les cobra y a ellos les parece mal no dejar nada a cambio por sus palabras. Así es que a Susana le asegura que apueste por el 53 que saldrá a la cabeza y que no mande a la peluquería a su hijo ese día porque el peluquero está en un mal día y le cortará mal el flequillo; a Jacinto le profetiza una espina en el pescado y que por la noche entre las macetas, que la helada le secará de lo contrario todas las plantitas. Dominga se va preocupada, porque le ha dicho que su hija regresará sin problemas del viaje al sur.
Y está bien que Dominga se preocupe, porque rara vez Carlitos acierta un pronóstico. Es por eso que Susana le jugará al 35 y mandará tranquilo a su hijo a la peluquería y Jacinto comerá sin miedo el pescado gratinado que su mujer le prometió para el mediodía, amén de olvidarse de sus plantas, que podrán pasar la noche en la intemperie sin miedo a que se hielen.
Los estudiosos no se ponen de acuerdo, porque quizá el talento existe, pero Carlitos lo utiliza exactamente al revés. Pero mientras ellos debaten, sus vecinos le agradecen. No será lo que él dice, pero sin dudas que es una ayuda.

viernes, 4 de mayo de 2012

Alvarito

Alvarito, siempre tan tímido. Le pidió al poeta del pueblo que le escribiera una poesía para la chica que le gustaba y para tal fin, se la mostró desde lejos. Al otro día los cruzó sentados en un bar, bebiendo una gaseosa y tomados de la mano. Alvarito, siempre tan comedido. Su amigo del alma necesitaba que lo acompañara una noche a la casa de sus suegros. Lo vio meterse por la ventana y se quedó esperándolo bajo la luna. Solo debía avisarle si llegaba alguien. Pero ni siquiera se percató del policía que lo apresó por merodear en forma sospechosa. Alvarito, siempre tan compasivo. Los niñitos que piden limosna siempre han sido su debilidad. Imposible no detenerse frente a la iglesia y sacar la billetera para darles unos pocos billetes a esos niños deseosos de comida y cariño. Una vieja costumbre, que tanto le han recomendado no hacer. Sobre todo si hay otros observando y que al doblar la esquina no tienen el menor reparo en detenerlo, ponerle un cuchillo en la garganta, sacarle la billetera y salir corriendo. Alvarito, siempre tan Alvarito. Creer que todo está bien, que las cosas pasan porque si y no porque uno las provoca. Por eso va por la vida como si nada, sonriendo, saludando, esperando lo mejor de todos. Porque si uno da lo mejor, seguramente recibirá lo mejor... ¿o no? ¿Un telegrama bajo la puerta de su casa? ¿Despedido? Se resigna, otra vez tendrá que tirar curriculums... Ay Alvarito, siempre tan vos. Así nunca vas a ser alguien.