viernes, 27 de enero de 2012

Temor al mundo

Tengo la luna envuelta y con un moño rojo, preparada para regalar. Tengo un sueño durmiendo en un colchón, con la cabeza sobre la almohada y los pies arropados con nuevas sábanas.
Tengo un mundo afuera que vive en pleno caos, gritándose cosas, insultándose, hablando de la paz a puñetazo limpio, soberbiando el existir, ninguneando al débil.
Y sobre todo tengo el deseo de despertar al sueño, tomar el regalo y abrir la puerta, salir al mundo y elevando la voz anunciar que todo puede cambiar, que todos podemos hacer de esto algo mejor y ofrecer mi obsequio, esperando millones de sonrisas.
Pero también tengo miedo.
Miedo que nadie me escuche y aquellos que lo hagan, se rían y tras media vuelta, sigan peleando en nombre de cosas buenas. Y aquí estoy, con la mano en el picaporte, decidiendo si debo salir.

miércoles, 18 de enero de 2012

De las profundidades

En algún camino de la vida su mente se tornó oscura y opaca como un anochecher.
Fue hace tiempo, tan lejano, tan distante. Pero desde entonces no paró de crecer.
Cada vez más maldita, más retorcida, en una inevitable búsqueda donde no jugaba el azar.
Recorriendo las calles bajo las estrellas, eligiendo la víctima, escogiendo a quién matar.
Sin embargo siempre fue eso, el deseo, la lujuria, con un dejo de perversidad.
Como un vicio que no se puede dejar, como un escapismo de la realidad.
Hasta aquella noche en la que la vio, a ella, a esa mujer que lo convirtió en alguien letal.
Su mente anhelaba la sangre, como su cuerpo y la hoja de acero entonces, al fin, fue mortal.
La muerte a sus pies, mostrándose como lo que es: el fin y nada más.
El pánico lo asaltó y de golpe sus ojos entendieron que no había más allá.
En su mente hubo un quiebre, algo que se rompió, como en aquel anochecer.
Corrió en la noche, sin dirección, mirando hacia atrás. Ya no sabía que había sido de él en el ayer.
Arrojó el cuchillo al río y lo olvidó, como quién aleja de su mente un tormento cruel.
Ni uno ni otro desaparecen, tan solo quedan ocultos debajo de una nueva piel.
Y uno sabe que algún día pueden volver.
De las profundidades pueden volver.

jueves, 12 de enero de 2012

Va mucho más allá

No se trata del simple hecho de encender la luz. No, va mucho más allá. No es solamente el acto de estirar el brazo a la deriva, hasta que los dedos tantean el interruptor sumido en la oscuridad para luego accionar la perilla y bañar la habitación de esa luminosidad que nos devuelve el aliento. No, va mucho más allá. Es todo lo que no se vislumbra de esa acción, aquello que nos motiva a escapar de las penumbras. Es el miedo oculto en nuestro interior, los terrores primarios que escondemos bajo capas y capas de recuerdos y pensamientos. Es la sensación de haber sido rozados en la noche por una mano espeluznante, de haber escuchado el susurro pronunciando nuestro nombre desde la ventana, de estar seguro de los pasos en el pasillo, de ese movimiento casi imperceptible bajo la cama. No es encender la luz. Va mucho más allá. Es volver a sepultar en la oscuridad lo que no queremos ver, sentir ni escuchar. Y paradójicamente, la oscuridad la hacemos con la luz.

viernes, 6 de enero de 2012

La mujer inmaculada

Ella, la mujer, inmaculada. Avanza, acaramelada. La luna aguarda, ajada. Las horas pasadas, las décadas olvidadas, que ella ha atravesado, amando, sufriendo, queriendo, deseando, sintiendo. Ella, que ahora desempolva de la caja sus recuerdos, observando en el reflejo que la edad se ha llevado los mejores momentos. Pero sin rencores, se sabe humana, se sabe amada. Es mujer, es ella. La que lucha, la que no se rinde. Y a sus pies seguirán cayendo, enamorados. Y de sus entrañas, seguirá pariendo. De su alma, seguirá amando. Lo sabe ella, lo sabe la luna que espera y lo sabe el tiempo, testigo eterno.