domingo, 22 de marzo de 2015

Conclusión sobre el miedo

El miedo no proviene de escuchar un sonido extraño en la planta baja durante la noche y en la certeza de que no bajar implicará no volver a conciliar el sueño.
El miedo es estar a mitad de camino, llegando a los últimos peldaños de la escalera y desear volver. Porque seguir bajando significaría llegar a la planta baja y encontrarse:
- Un ladrón
- Un espectro
- Un amante des pechado
- Un viejo enemigo
- Un demente con un cuchillo en la mano
Cualquier opción se convertiría en un calvario y por ese motivo el temor se apodera del cuerpo y lo inmoviliza.
Permanecer en silencio es una alternativa. Aguardar hasta que el sonido se repita o bien confirmar que eso no sucederá.
Se trata de paciencia y temple. O bien, resistir hasta que el cansancio diga basta y nos obligue a regresar a la cama.
En parte nos sentimos tontos por haber desperdiciado tiempo de descanso parados en medio de la escalera aguardando por un capricho de la mente.
Todo transcurre en una media hora. El noventa y cinco por ciento de los casos uno regresa a la cama y resignado duerme tranquilo. El cinco por ciento restante descubre al retornar que la ventana está abierta en el momento justo que una mano lo atrapa desde atrás.
En conclusión, estadísticamente el miedo es infundado.