jueves, 15 de noviembre de 2012

Pan Dulce de Navidad

Si algo le gustaba de la cercanía de Navidad, era que podía elegir entre decenas de marcas de pan dulce. Con frutas, sin frutas, con chocolate, frutas secas, marmolado, con nueces, con almendras, con pasas de uva, tipo pannetone, grandes, chicos, artesanales, con baño glaseado encima, en lata, en caja de cartón. La variedad era infinita. El momento de pararse delante de la góndola del supermercado para optar por uno o cuando aguardaba el turno en la panadería, sin dejar de mirar las distintas clases en los exhibidores, era su preferido. Esa adrenalina cargándose en su cuerpo, esperando por el momento en que diría "deme un pan dulce con...". Esa instancia previa a comprarlo y meterlo en el bolso. Aquello le fascinaba. Por eso agradecía la cercanía de las fiestas.
- ¿Se lo envuelvo para regalo? - dijo la cajera del comercio al observar que se llevaba la "Edición Deluxe" de la marca más cara del mercado.
El hombre la miró distraído, aún ensimismado en sus pensamientos. Cuando se percató de lo que le hablaba, respondió sin vueltas.
- No te preocupes, lo llevo así nomás, total no me gusta.
Y con aire de persona realizada, salió a la calle, feliz con su compra cuyo destino inevitablemente era el cobertizo de su casa, donde amontonaba todo pan dulce que pudiera. El mal olor que lo invadía cada vez que abría la puerta no lo intimidaba. Era una razón más que alimentaba su afán de vengar su infancia: ¡No mamá, no me gusta el pan dulce, no mamá, no me obligues!
Sentía que con su compra, ayudaría al menos a una persona a no sufrir.

2 comentarios:

SIL dijo...

Qué giro traumátco, Netito.


Estigmatizar a los nenes es algo que a veces los padres hacemos- y aún sin querer-



Buenísimo, abrazo grande.


SIL

José A. García dijo...

Por cosas como estás es que la navidad no me agrada.

Y no tiene nada que ver con traumas, sino con la locura de los demás.

Saludos

J.