jueves, 11 de septiembre de 2008

El Caminante

Falso y absurdo como el día. El próximo mes será igual al anterior y el ardor que sienten sus pupilas es el mismo que colmó las desgastadas horas de un pasado confuso.
Los años le confunden. Cuando mira detrás de sus hombros no logra divisar claramente las coordenadas. Los recuerdos nunca se presentan tal cual sucedieron.
Algún color se difumina, alguna sonrisa se transforma en una mueca macabra, algún rencor en un simple suspiro; algún resplandor en una oscura noche.
La noche es cómplice de todos esos pesares, mientras el día repta y circula por entre las vías de la ciudad. El camina al igual que nosotros. Arrastra los pies y decide, o no, que hacer.
Una tarde se cansó de esperar esas cosas que algunos saben esperar.
Saltar no tiene sentido, y a veces esa búsqueda de sentidos nos agobia desde las tempranas horas de nuestra existencia.
El lejano mar no encierra ninguna respuesta en sí, y dejarse caer tampoco resulta tan atractivo. Simplemente atado a una cotidiana realidad decide proseguir, decidimos continuar...

5 comentarios:

Netomancia dijo...

No hay peor camino que el que uno no desea recorrer. Muchas veces, resultan inevitables.
En estas líneas, el caminante deja de hacerse camino al andar. Por suerte don Diego no deja de hacerse lugar para alegría de nosotros!

el oso dijo...

Y cuando falta el horizonte, nos inventamos uno para seguir. Si supiéramos de dónde venimos, ¿llegaríamos a algún lado?
Abrazos...

Anónimo dijo...

bellas letras!

caminos a veces inundados de pasos hacia parajes insospechados.

lo mejor es tener unos buenos pies para no parar nunca.

abrazo!

Taller Literario Kapasulino dijo...

Que interesante Diego este relato...
Muy buenas las descripciones.

Gracias por el saludo en Kapasulino!

taty dijo...

que decir? cualquier comentario me queda chico ante tal relato.. esta barbaro!! besitos de taty