sábado, 9 de enero de 2010

Dormido escribe mejor

El gran problema de Rogelio es que solo podía escribir si estaba dormido. Era un excelente periodista, lograba muy buenas entrevistas, estaba bien informado, era objetivo y se había ganado la confianza de muchas fuentes informativas.
Cuando llegaba a la redacción, cinco de la tarde, necesitaba meterse en su oficina, cerrar las persianas de su ventana y acomodarse en su sillón para luego caer rendido de cansancio con la cabeza sobre el escritorio.
Por alguna extraña razón, cuando despertaba, casi siempre sobresaltado por alguien que ingresaba a su lugar de trabajo, disimulaba las ojeras y hacia como seguía tecleando en su computadora.
Claro que el asombro corría por parte del propio Rogelio, que al mirar bien la pantalla veía casi sin poder creerlo que ya tenía la mitad de la nota hecha. Y ni siquiera recordaba cuando lo había escrito.
Tantas veces le sucedió esto, que llegó a la inevitable conclusión: tenía el don de escribir dormido.
Con este secreto a cuestas, organizó mejor sus actividades. Ahora tenía tiempo no solo para hacer su trabajo, sino para divertirse, juntarse con los amigos que hacía tiempo no veía. En síntesis, recuperar la vida social que el oficio le había hecho a un lado.
Y cuando le preguntaban "Rogelio ¿no tenés que ir a escribir?" el les respondía "no se preocupen, puedo escribir hasta con los ojos cerrados".
Lo que nunca iba a sospechar Rogelio era que un buen día sufriría de insomnio. Durante casi una semana, no pudo conciliar el sueño. Y no solo era malo para la salud, también lo era laboralmente, porque por más que entrevistara, buscase información, cotejara datos, tuviera en sus manos primicias absolutas, no podía hacer nada con ellas, porque no podía escribir.
La primera noche luego del insomnio en la que pudo dormir, tuvo pesadillas. Y al despertar, descubrió que había escrito cosas sin sentido. Nada relacionado con lo que debía preparar.
De todas formas, ya era algo. Se sintió más aliviado. De ver la página en blanco los últimos siete días, a cinco o seis líneas con textos que a simple vista le eran indescifrables.
Las noches siguientes fue alternando pesadillas con sueños buenos, sin embargo al despertar, seguían los textos que él llamaba "raros". También cuando se dormía en su oficina escribía de la misma manera.
Una tarde, buscando ideas en otras secciones del diario, puso la mirada en los obituarios. Sintió que se le erizaba hasta el último vello del cuerpo. Conocía los textos que estaban impresos. Salvo los nombres de los difuntos, el resto, eran los escritos que encontraba en su computadora o anotador al despertar.
Corrió a ver a su jefe de redacción, le comentó lo que le estaba sucediendo. Era fascinante. Anticipaba los obituarios, con muchos días de antelación. A excepción del nombre de la persona fallecida, el resto era un calco, letra por letra, de lo que sus pesadillas le dictaban. Estaba entusiasmado, se había convertido en un fenómeno.
Su jefe de redacción lo miró, con la misma tranquilidad que pudiera observar un orangután detrás de una jaula en el zoológico y le extendió una pila de carpetas para que las agarrara.
- Rogelio - comenzó a decirle, en tanto Rogelio soñaba con ser él la noticia, el centro de atención, el... - Rogelio, por favor, préstame atención. Desde hace varias semanas que no escribís una nota y ahora me decís que los obituarios que están saliendo, vos ya los escribiste antes. Bueno Rogelio, hemos encontrado la solución a tu problema.
Hoy en día Rogelio es jefe de obituarios. Su nuevo gran problema es que considera a la misma, como un área muerta. De todas formas, el trabajo lo lleva siempre por adelantado.

9 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Ja, ja, ja. Neto ¡vaya historia entre misteriosa y divertida!
Me encanta el humor negro que derrocha. ¡jefe de obituarios! ¡un área muerta!...Bueno yo al menos como lo veo es que "laburo" que decís por ahí, no le va a faltar...siempre hay fallecidos, ja,ja.
Fantástica historia. Esta y la de Netomancia, para el siguiente concurso. ¿Dónde hay que votar?
Besos
Paloma.

SIL dijo...

Te levantaste chistoso ayer...
:)
Por lo menos encontró el hueco para seguir laburando y no murió en el intento...

Todo muy lindo,
hasta que un día Rogelio largue la publicación dos o tres días antes de producido el óbito...

JUAS, ya tenés la continuación de esta historia, Netito !!

Un abrazo inmenso.

MentesSueltas dijo...

Hermoso relato...

Te abrazo
MentesSueltas

Felipe R. Avila dijo...

Irónico, original, muy bueno!!!!

Anónimo dijo...

jajaja pero mirá que buen humor que le sacaste a este relato che! más de una empresa querría tener a este Rogelio para que mantenga el laburo al día!
jajaja muy bueno Neto!
Abrazos

HUMO dijo...

Al menos me arrancaste una sonrisa , se pasa mejor el miedo de ese modo!

besos Don!

=) HUMO

Netomancia dijo...

Doña Tinta, dicen que enfermos y muertos siempre hay, lo que no entiendo porque no todos estudiamos medicina o más fácil aún, ponemos una empresa fúnebre jaja. Tiene un giro divertido por no haberle podido encontrar otro. Saludos!

Doña Sil, al final Rogelio se la rebuscó. Lo interesante será cuando escriba su propio obituario, dos o tres días antes. Esa sería la continuación ideal, no? Saludos!

Mentes Sueltas, gracias por la visita. Un abrazo.

Don Felipe, irónico como la vida misma. Bueno, original no tanto, jaja. Un abrazo!

Dieguito, claro que muchos preferirían que el don de Rogelio fuera anticipar la quiniela, no los muertos, pero bueno, son cosas que no se pueden elegir jaja. Un abrazo!

Doña Humo, bueno, pero no se acostumbre, que muchas sonrisas no hay por estos pagos jaja. Gracias por estar! Saludos.

el oso dijo...

Siempre dije que Rogelio era un adelantado a su época...
Aunque, pensándolo bien, si hubiera anticipado resultados deportivos o la quiniela otra sería la historia.
La cima no es para los mediocres. Ja!

Abrazo, Neto!!

Netomancia dijo...

Don Oso, ahí le pifió Rogelio, tuvo que haber sido más vivo. La cima es para los que logran llegar primero empujando a otros en el camino jaja. Un abrazo!