Por las tardes, después de la siesta, solía ir hasta lo de doña Pepa a buscar un pedazo de pan. Doña Pepa se lo apartaba al mediodía, sabiendo que él no faltaría al ritual de cada día.
Golpe de palmas, el silencio de la espera y luego, el sonido de la llave abriendo desde adentro y la puerta que finalmente se abría, dejando lugar a la frágil figura de aquella anciana, tan noble como gentil, que apoyándose con firmeza en el bastón atravesaba el pequeño jardín que tenía delante de su casa y acercándose con una expresión de dulzura en el rostro, le tendía el pan entre los barrotes de las rejas que separaban su hogar de la vereda.
El "muchas gracias", la inclinación de cabeza como asintiendo esas mismas palabras y el alejarse contento, con la comida en las manos. Luego la plaza, la sombra de las palmeras, y el picoteo de a poco de ese pan tan valioso, que hacía de almuerzo, merienda y cena.
Cuando esa tarde, tras golpear varias veces las manos delante de la casa doña Pepa, no escuchó el sonido angelical de las llaves, presintió algo feo. Golpeó una o dos veces más, hasta que un vecino cansado quizá del ruido que estaba haciendo, salió a la vereda y le informó que no insistiera, que doña Pepa había muerto la noche anterior y sus hijos habían llevado su cuerpo a cremar.
Tal fue la sorpresa, que no supo como tomarlo. Aquella anciana tan amable, ya no existía. Y más allá de su pan, que evitaba el dolor de estómago, el sentimiento de pérdida era inmenso, y ahora lo que le dolía era el corazón.
Triste y meditabundo, caminó por las sombras de la tarde hasta su plaza de todos los días. Buscó su banco, donde prácticamente vivía, salvo noches de invierno muy duras en las que buscaba algún refugio. Allí estaba, con sus pocas pertenencias, tan vacío como su alma.
Sin embargo, al sentarse, vio en una bolsita sobre sus cosas, un pan como los que le daba doña Pepa y al fin sintió que una sonrisa despertaba en su cara. Y mirando al cielo, se lo devoró con gusto.
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 4 semanas
8 comentarios:
Si supieras nene, hasta dónde en lo personal se hunde ésto que leí...
Un cuento divino, con sabor a pan caído del cielo y a esperanza.
Un abrazo inmenso.
SIL
Genial y tierno como el pan de Doña Pepa.
Genial NETO, he tenido que hacer un esfuerzo para contener la emoción...
Buen homenaje a toda la gente linda, que la hay en este mundo, que vive y se desvive por los demás.
Besos.
Paloma.
La ternura de la que somos capaces... pero nos hacemos los recios.
Buenísimo.
Abrazos
Muy bueno,un relato muy fácil de visualizar y muy bueno; pero con final feliz, prefiero los tragicos.
jaja
Saludos
Iván
Excelente,
y ya es una costumbre,che.
Por un instante pensé que comenzaba a salpicar la sangre y que este relato era mas para Netomancia, pero me equivoqué.
Te felicito Neto, nuevamente.
F.
impecable Neto, que relato tan emocionante, a veces podemos ser los mejores seres de este planeta, lástima que nos cuesta tanto...
Saludos!
Me da alegría cuando el relato además de gustarles, les deja un sabor especial. Por eso, gracias a todos!
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