domingo, 21 de febrero de 2010

El hombre de las cinco

Todas las tardes a las cinco, llegaba puntualmente. Pedía desde la mesa un tempranillo y llevaba su mirada al cuadro que colgaba en la pared opuesta. Se tomaba su copa y pedía otra más. Esa la dejaba sin tocar. Era para ella, su amor imposible, atrapada por siempre dentro de ese marco color café.

7 comentarios:

SIL dijo...

Si ella está viva, quizás exista para él una esperanza ...
Si ella está muerta, vivirá para siempre en ese marco...
Existen rituales tan sagrados y tan íntimos, que sólo se pueden compendiar de esta manera, si un escritor muy talentoso interviene...

Impecable mini-cuento.

Abrazo más que grande, Netuzz.

gustavo dijo...

Pocas palabras que dicen mucho.Abrazo. Me gusto

Anónimo dijo...

tremendo Neto, en una idea simple y cargada de sentimientos nos diste vuelta a todos los lectores!
precioso!

Con tinta violeta dijo...

Un profesor universitario que me enseñó mucho (y no de letras porque era de ciencias) decía parafraseando a Gracián:
Lo bueno, si breve: ÓPTIMO.
Es lo primero que me ha venido a la cabeza tras leerlo.
Besos, Neto.
Paloma.

Felipe R. Avila dijo...

Simpático el parroquiano ¿no?
Cuántas ideas se abren desde que escribiste el punto final luego de la palabra "café".
Felipe

Harold Diaz dijo...

Hermoso!

Saludos!

el oso dijo...

Me hace acordar a alguien. Brillante.