jueves, 18 de febrero de 2010

Una pizza para Enrique

¿Cuánto puede tardar una pizza? preguntó azorado y hambriento el pequeño Enrique a su padre, cansado ya de la espera y que en el televisor del bar solo hubiese fútbol.
Con rostro comprensivo y hasta melancólico, quizá recordando cuando él era niño y hacía similares interrogantes a su madre en la cola de la verdulería o en el supermercado, le dedicó una sonrisa.
Intentaba demotrarle calma. Sabía que debía tener bastante hambre, habían estado jugando dos horas en la plaza. Eso cansa a cualquier chico. Le divertía además verlo haciendo trompa con la boca, queriendo asemejar un gesto de enfado adulto que sin embargo le causaba gracia, aunque evitaba reírse porque eso lo molestaría aún más.
La botella de litro de gaseosa estaba por debajo de la mitad. Su vaso estaba lleno, pero el de Enrique no. Le sirvió por tercera vez y le pidió que bebiera despacio, que le haría mal. Solo tuvo por respuesta la imagen del vaso yendo a la boca y con la misma velocidad, pasar de oscuro a transparente.
Quiero comer, afirmó casi en una súplica su hijo. Ya lo sabía, era obvio. Pero debía esperar, como todo el mundo. Desconocía el tiempo que a los dos asaltantes que estaban en la barra le llevaría llevarse todo el dinero de la caja, aunque los empleados se movían presurosos y atemorizados por las escopetas de caño recortado, la situación no era para hacer las cosas a la ligera.
Solo rezaba para que su hijo no volteara la vista y los ladrones no atacaran a los clientes en busca de más dinero. Solo pedía eso, en silencio, mientras la sonrisa dibujada en su rostro seguía manteniendo la calma en la mesa.

10 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Caramba Neto, ¿como te has podido contener tanto? El relato rebosa la paz y la simpatía de una escena que todos hemos vivido, mientras al otro lado de la barra se desarrolla un drama en forma de atraco...
Así son los padres...siempre tratando de hacer mas sencilla y normal la vida de los hijos...y tratando de evitar traumas...
Eso me recuerda "la vida es bella"...gran película.
Besos.
Paloma.

Raul Avila dijo...

un relato lleno de ternura ...simple y como un soplo de aire fresco



saludos

SIL dijo...

Con este mini -cuento TAN REAL, (que se da cada una hora en cualquier lugar público y privado de nuestro bendito país... )revelás con maestría, qué fuertes nos hace la necesidad de proteger a quiénes dependen de nosotros, cuando nos embaten situaciones extremas.
El ejemplo es simplemente maravilloso.


Otra vez genial, Netuzz.

Un abrazo gigantesco.


SIL

Don Belce dijo...

Ja, en ésta sí me atrapaste, no imaginé un final así, muy bueno!
Saludos

Anónimo dijo...

Neto, esto es de una realidad perversa que nos ataca y nos corroe hasta lo más íntimo...
Es increible como llevás el relato...
puffff
Saludos!

Netomancia dijo...

Doña Tinta, he ahí la gracia. Mantener la calma en el relato, poniéndo al lector en bella armonía con las líneas hasta que... la comprensión nos deje pensando en el peligro existente en una situación que antes parecía tranquila. Gracias! Saludos!

Don Raúl, se agradece! A veces no viene mal un soplo de esta índole, más en los tiempos que corren. Saludos!

Doña Sil, la protección es una forma de querer, de amar. Sin dudas que así lo entendía este padre. Saludos!

Don Alvarez, ja, vio, no siempre todo es tan previsible. Por eso, este año ganamos el Mundial, recuerde lo que le digo. Un abrazo.

Dieguito, muchas gracias! Lo llevamos con tranquilidad, para salir al galope al final jaja. Felicitaciones por la internet resucitada en vuestras casas! Un abrazo!

Martín Gardella dijo...

Neto, este es casi una minificción. Me gustó la idea, tiene intriga de principio a fin. Un abrazo

el oso dijo...

Buenísimo, Neto, esperaba la puñalada, pero no en ese rincón...
La escena casi beatífica rodeada de la locura criminal. Un lujo de relato.
Abrazos

Felipe R. Avila dijo...

Excelente,che!!!.

Netomancia dijo...

Martín, gracias! Si, un poquito más largo diría, pero casi casi. Un abrazo!

Don Oso, es que el lector también estaba de espaldas a la barra jaja. Un abrazo!

Don Felipe! Chas gracias! Un abrazo.