domingo, 9 de octubre de 2011

La disparidad de los sueños

El movimiento circular de sus manos arrojadas al aire fue una danza mínima pero sumamente expresiva. Las piernas acompañaban aquel ligero desplazamiento, con una sincronía de sutil encanto.
Se detuvo con los pies muy juntos, en el momento exacto que la música cesó de fluir desde el equipo de sonido. Cerró los ojos y preparó sus oídos. Soñó entonces con el aluvión de aplausos, de vítores de gloria y felicitaciones. Sintió como la piel se le erizaba de emoción, mientras su cuerpo se agitaba por el llanto a punto de explotar.
Al abrir los ojos, vio la pared de su pieza, la mesa de luz con la lámpara en forma de conejo, la cama destendida con las sábanas tocando el piso y un par de zapatitos negros a un costado. No había público aplaudiendo, ni nadie celebrando su actuación.
Pero no le importaba, algún día sucedería. Algún día en otra vida. Se volvió a sentar en su silla de ruedas y permaneció allí, a la espera del regreso de su madre que había ido por más medicamentos a la farmacia de la esquina.

7 comentarios:

SIL dijo...

Los sueños nos permiten volar sin alas, Neto.


:D

Un abrazo grande.



SIL

Con tinta violeta dijo...

Emocionante.
¡que sería de todos sin una ilusión que nos mantenga vivos!
Besos!

Con tinta violeta dijo...

cambio "mantenga" por "mantuviera". Está mejor expresado.
Abrazos mil.

Anónimo dijo...

Movilizador. Casi con un optimismo insano y necesario.

Saludos

Anónimo dijo...

menos mal que aún soñamos!!!!

Felipe R. Avila dijo...

¡Excelente, conmovedor!

Nazima Aysel (Maru Nacim) dijo...

Increíblemente me identifique con el sentimiento cuano ella esta soñando despierta, con el escenario los aplausos y el bailar con la melodía.