Juró una y mil veces que solo había encendido fuego para preparar un asado, pero no le creyeron. Las pruebas eran contundentes, había enviado señales de humo encriptadas al cielo y así orquestado el asalto a un banco en una ciudad vecina. Jamás encontraron el dinero, ni a los cómplices, pero lo condenaron a diez años de prisión, que cumplió en su totalidad.
Al tiempo lo volvieron a atrapar.
Juró una y mil veces que solo había querido conectarse a una red wi-fi para revisar el correo electrónico, pero no le creyeron. Las pruebas eran contundentes, se había conectado a la red del banco y transferido todo el dinero a una cuenta suya, que jamás pudieron rastrear. Lo sentenciaron a prisión quince años y salió en cinco por buena conducta.
Pocos meses después, fue arrestrado nuevamente.
Juró una y mil veces que solo se había desintegrado como parte de un experimento científico, pero no le creyeron. Las pruebas eran contundentes, había atravesado cinco bóvedas de máxima seguridad y robado el tesoro del banco central. No pudieron juzgarlo. Desapareció de la celda sin dejar rastro.
Aún buscan los botines de cada asalto.
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 4 semanas
2 comentarios:
Lo genial del personaje es su evolución en cuanto a tecnología: cada vez mas avanzada...muy bueno!
Abrazos!
SE DECLARA INOCENTE, jaja.
Abrazo grande
SIL
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