domingo, 13 de enero de 2013

Trece

Trece. El maldito número aparecía en cada puto lugar. Lo veía en las hojas del árbol que se mecía en las sombras, en las tejas del vecino, en el dinero en su billetera. Trece. Apenas si podía dormir. La ventana le mostraba trece estrellas. Cumplía trece noches fuera de la cárcel. Trece. Maldita su suerte. Se levantó y buscó el arma. Basta. Miró el reloj. Eran las tres, con trece minutos. Se puso el cañón en la boca y gatilló. Click. No tenía balas. Era trece. Trece de enero. Gritó "puta madre" y volvió a la cama. Ya no pudo dormir. El destino le había hecho la cruz.

2 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Pobre desgraciado, el trece le resultó maldito. Comenté con trece palabras ¿vió?
Besos!

SIL dijo...

Jaja, que lo vuelva a intentar hoy, en una de esas... tiene ¨suerte¨.



Abrazo, Netito.



SIL