sábado, 4 de enero de 2014

Por culpa del GPS

Había leído sobre gente que se perdía siguiendo las indicaciones del GPS, algunos incluso haciendo trayecto de miles de kilómetros. Pero aquello era inadmisible, o mejor dicho, imposible. Había llegado a su casa, pero las rejas negras no estaban, ni la planta alta, ni siquiera la vereda tal como la recordaba. Aquello era apenas una edificación en ciernes, sobre una calle de tierra. Un hombre que se parecía a su padre, colocaba una cerca de madera, pero se detuvo al verlo perdido.
- ¿Se ha extraviado, joven? - le preguntó.
Pero no le contestó. Puso primera, segunda y tercera en menos de veinte metros. Le temblaban las piernas y creía que estaba a punto de llorar. Al doblar a la esquina, la calle fue la esperada, con las marquesinas decoradas por las fiestas, la gente caminando raudamente por las veredas y su mujer esperándolo en una esquina.
- ¿Por qué te demoraste tanto? Te dije que compraba los corpiños y salía - le recriminó ella mientras se metía en el auto.
- Es que probé el GPS y me perdí.
- ¿En la ciudad? Sos el colmo vos. ¿Para dónde fuiste?
- Eso es lo que quisiera saber, Eugenia, eso es lo que quisiera saber.

4 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

La tecnología jugandonos malas pasadas...Muy bueno. Yo por si acaso, confio en mi sentido de la orientación y en Google Maps, por si a mi GPS se le ocurre conducirme a otro mundo...¿O tal vez la próxima vez me aventure? ja!
Abrazos!

SIL dijo...

El GPS se parecía a un DeLorean DMC-12... ?


Abrazo, Netito.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

SIL tiene razón. A lo mejor el GPS incluía un condensador de flujo.

el oso dijo...

Todavía hay gente que le cree al GPS, eso es lo que pasa...