La gente se lo exigia cada vez mas a menudo. Los amigos le insistían una y otra vez.
El Centro Cultural del Gobierno Nacional lo presionaba día tras día. Todos, inclusive su mujer, estaban convencidos de que Roberto debía escribir sus memorias.
La sociedad quería conocer los detalles del día a día de aquel gran pensador. Las editoriales saboreaban las grandes cifras que aquel libro podría generar. Todos, inclusive su vecino de toda la vida, le insistían sobre aquel emprendimiento.
Roberto llegó a creer que estaba en deuda con los demás, llegó a sentirse con cargo de consciencia por sus días y sus horas malgastadas.
Pasaban las semanas y la presión se hacía más insoportable.
Una mañana Roberto se acercó al video - club del barrio y solicitó que se le entregará una copia de su historial como socio. El dueño del local le dijo que estaría listo en un par de horas, por lo cual tendría que esperar fuera.
Por la tarde Roberto se presentó en el mostrador del video y retiró su ficha de cliente, inmediatamente se dirigió al departamento de redacción del diario local y entregó su historial de películas alquiladas al director del periódico.
- "¿y esto que es, estimado caballero?" - preguntó intrigado el nefasto jefe de redacción.
-"esto señor....hmmm" - contestó Roberto - "esto... ¡esto es mi vida!, ¿acaso uno no es un producto de aquello que más los marcó, de todo eso que alguna vez le hizo reír o llorar?... Discúlpeme, buen hombre, ¿usted nunca se perdió frente a la pantalla del cine y lloró?"
Terminadas las aclaraciones Rodolfo se retiró silenciosamente camino al centro, esa tarde se estrenaba la última de Allen en el cine El Cairo.
2 comentarios:
fgMuy bueno! Es posible rememorar la vida de uno, a través de las películas. La niñez marcada por historias mágicas, la adolescencia por las películas donde uno descubre nuevos mundos y luego, la madurez que nos lleva a viajar por un sinfín de mundos. Las películas, los libros, pueden narrar más de lo que ya llevan dentro. Son lenguajes abiertos y no cesan de hablar...
Muy, muy cierto... Me resultó movilizador hacer mi recorrido (por cierto poco ilustrado) por las películas que me revolvieron las tripas.
Me gustaría saber mucho, o aunque sea bastante de cine. Pero aunque no es mi territorio (de conocimiento), sí lo es de fuertes emociones, de latidos acelerados, de piel de gallina, sobresaltos arteros y ternura infinita.
A no dudarlo, las películas... [cortar y pegar aquí el comentario final de don Neto]
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