jueves, 29 de octubre de 2009

Alta mar

La miré de reojo, casi poniéndome colorado. Era linda. Muy linda. Estaba apoyada en la baranda del barco, mirando hacia el horizonte. Sostenía en la mano un libro, muy pequeño, del que quise imaginar, era una novela de amor.
En algún momento se dio cuenta que la observaba y miró hacia donde estaba. No supe que hacer y reaccioné como un imbécil, quitando la mirada despavorido, dejando bien en descubierto que realmente la estaba observando.
De reojo aún, porque mi vergüenza estaba en su grado pico, me di cuenta que estaba sonriendo. ¡Qué hermosa sonrisa! Con su boca desplegada ante la brisa, sin ocultar sus dientes, radiante el rostro, auténtica la mirada.
Y su vista se había anclado en mí. Sentí como si una fuerza volcánica me arrastraba hacia el cielo y tuve que contenerme, asiéndome de la baranda de metal.
El sonido del mar de golpe se convirtió en una melodía y sobre ella danzábamos los dos, por más que fuera a través de nuestras miradas. En ese minuto intenso, ví sus ojos verdes y ellas los míos café.
Luego cada barco siguió su curso y nosotros, casuales pasajeros con destinos diferentes, no volvimos a vernos nunca jamás.

11 comentarios:

Lisandro dijo...

Un amor fugaz??? de aquellos amores que son a primera vista y rapidos??? es espectacular!!! un abrazo!!! amigo!

Anónimo dijo...

la distancia, el mar, se impone y evita lo que podría haber sido un gran amor.
bueno, seguro que vendran otros.

Anónimo dijo...

la distancia, el mar, se impone y evita lo que podría haber sido un gran amor.
bueno, seguro que vendran otros.

SIL dijo...

Habrá que aprender a nadar...
(o tomar clases de salto en largo)

;)

el oso dijo...

Casi, casi un autobiográfico mío.
Brillante, Neto, con la sensibilidad brotando por todos lados.

gustavo dijo...

Fantástico. Me sorprendiste con el final, muy bueno. abrazo

Felipe R. Avila dijo...

Ernesto: ¡¡¡le envidio al protagonista de su cuento la buena vista,che!!!.

Como siempre Neto, sorprendente y original.

Anónimo dijo...

siempre hay que apuntar fino y enfocar lo mejor q se pueda, de esa manera uno se puede dar una fiesta de novela con tan solo saber mirar...
jejeje
salute!

Céu dijo...

como iluminan esas chispas de miradas saladas, le dan ese gustito a eso que siendo poco, deja flotando el deseo en las dimensiones de la fantasía... casi onírico, casi fue... una mirada seguida por la palabra (labia) me tiene unida a un hombre de ojos café, curiosamente yo los tengo verdes, ufff, ya pasaron doce años.
Hermoso relato!
saludos,
C.

Netomancia dijo...

Lisandro, así parece, más bien una historia triste de dos personas que quizás debían conocerse pero el destino puso en barcos diferentes y que no se conocerán.

Luis, seguro, además no lo tenían previsto, así que la esperanza de un próximo amor no decae en ninguno de los dos.

Doña Sil, ud dice? Y se resfrían? O peor aún, un tiburón se los come!!! Jajaja. Saludos!

Don Oso, flotando por todas partes será, jaja. Un abrazo!

Gustavo, muchas gracias por la lectura y el comentario.

Felipe, ja, siempre en el detalle, lo pensé, pero me dije, bueno, de vez en cuando dos barcos se acercan y punto. Jaja! Un abrazo!!!

Dieguito, el problema es mirar para el lado equivocado y darse cuenta que es inalcanzable. Un abrazo!

Céu de Buarque, me gusto tu comentario y qué coincidencia en los colores de los ojos! Saludos!

Felipe R. Avila dijo...

En realidad, querido amigo, no tengo nada que objetar a tus cuentos, son todos de perfecta factura técnica, siempre imaginativos y en un 90 % te sorprende el final.El 10 restante es porque- cual Borges- elegís terminarlos despacio,no en la sorpresa sino con unas cuantas descripciones (como el cuento de la Poda sin respuestas, que es extraordinario).

Debo ahora confesarle, querido Ernesto, que cuando rondaba los veinte años yo tuve una vista tan extraordinaria como la de su personaje, y eso me permitia,modestamente, conquistar unas cuantas miradas femeninas.Lástima que los trenes pasaban tan rápido,che...y me dejaban sentado en mi propio vagón.