domingo, 22 de noviembre de 2009

Puras vueltas, la vida

Era principios de los noventa, el muro había caído, nos habían cobrado un penal inexistente en Italia pero ya vivíamos la nueva era del Coco, el de patillas ya no tenía patillas, las industrias estaban en picada y se hablaba de pueblos fantasmas, en casa se vivía amuchados y amargados, nos hablaban de revolución de no se qué y nos daban un dólar ficticio y en las calles se respiraba malhumor pero con sabor a conformismo.
Pero todavía era pibe y en teoría esas cosas no tenían que afectarme. Salía poco de casa, a veces daba vueltas en la bici, como para hacer tiempo y no llegar temprano. No tenía ganas de escuchar hablar de plata ni de política.
Entonces me escabullía en calles desoladas, llevando las ruedas sobre las hojas secas para sentirlas crugir al paso. A veces, al ver un escaparate de revistas en algún kiosco, empezaba a frenar despacito, como para llegar con lo justo delante del mismo.
Historietas, las tiras cómicas de Patoruzito, las Lupín que tanto me gustaban, las de fútbol que eran caras y casi perdidos entre las revistas, los libritos para chicos con forma de animalitos. Me arrancaban una sonrisa. De más pequeño los leía en la casa de una tía, que los tenía de cuando era maestra.
Jamás me detuve a ver quién los dibujaba y mucho menos quién los escribía. A esa edad no interesaba tanto. Casi en un arrebato, dejé la bici en la vereda (si, tirada, de lado, como mil veces me habían dicho que no hiciera) y entré a preguntar por esos libritos. Inventé el interés de un hermanito y supe el precio.
Conté las chirolas en el bolsillo y no, no llegaba. Compré caramelos, como para no quedar como alguien a quién no le alcanza el dinero. Me quedé afuera, mirando el escaparate, no se por cuánto tiempo.
Todavía estaba allí cuando la señora que atendía salió con una llave. La llave mágica pensé, la que todos soñaríamos con tener. Y tenía magia porque era con la cuál se abría ese mundo protegido por un marco de madera y vidrio, plagado de revistas, libros y periódicos.
Abrió la puerta y llevó la mano al librito que estaba mirando. Se llamaba "Chipío, el gorrioncito peleador". Pensé en un milagro y hasta me dieron ganas de llorar de la alegría. Claro, pensaba yo, cómo no se iba a dar cuenta si hacía como una hora que debía estar parado allí, como un estúpido, mirando ese librito. Y ella, tan amable, se había dado cuenta que cuando entré, en realidad lo quería comprar y el dinero no me había alcanzado.
La miré con una sonrisa. La señora me devolvió otra. Me sentí feliz. Muy feliz. Ella cerró la puerta y le dio dos vueltas de llave y seguido a eso, pegó media vuelta y se metió dentro del kiosco con el librito en la mano. Me quedé atónito, aún con la esperanza de verla salir, con "Chipio" envuelto para regalo.
Pero no, vi salir a un hombre joven, con su pequeña hija en brazos, llevando el librito como regalo, supongo, para ella. Iban los dos contentos.
Sonreí, mirando de reojo alrededor. Nadie había visto mi escena. Me sentía tonto, pero al menos en soledad. Algo es algo. ¿Cuántas personas en ese instante estarían comprando ese mismo librito? me pregunté estúpidamente, como para pensar rápido otra cosa. ¿Dos? ¿Una aquí y la otra en Buenos Aires? ¿Habría otra comprándolo en Córdoba, o en Rosario, o en Pehuancó? Qué importaba. Quizá nunca lo supiesen. ¿Acaso era importante?
Le di muchas vueltas al asunto, intentando en el ejercicio restarle importancia, hasta que decidí subirme de nuevo a la bici y emprender el camino a casa.
Me olvidé así del librito mientras daba algunas vueltas para hacer pasar el tiempo y llegar justo para la hora del almuerzo y evitar así esas cosas que a uno lo ponen mal.

12 comentarios:

Netomancia dijo...

Un relato super light, sin nada sobrenatural ni extraño, tan solo un hecho simple y puro, pero con un motivo. Claro, el pero debía existir.
Me gustó la idea que mi amigo Felipe tiró en un comentario, contestando al gran amigazo Oso, en este post:

http://rebroteorganizandoeventos.blogspot.com/2009/11/nelly-oesterheld-la-hermana-de-tito.html#comments

De paso, no dejen de visitar el blog de Felipe, que es sensacional!

Palabras como nubes dijo...

Excelente relato, con mirada de niño y reflexiones de vida. Ruma

SIL dijo...

Un relato super-light ??????????

NO estoy de acuerdo.

El cuento es la punta de un iceberg... y está cargado de frustraciones, indiferencia, reflexión, emoción, dulzura.
Situado maravillosamente y escrito con el alma.

Te parece light????????????????
Naaaaaaaaaaaaaa.

Un beso , Netito.

el oso dijo...

¡Queterretirodelaspatas! Venía todo bien -aun con el desacostumbrado tono del relato- hasta que leí: Se llamaba "Chipio, el gorrioncito peleador". No son cosas para desayunar un domingo temprano sin anestesia...
Ahora me digo qué poder tan grande tendrá una pluma como la de Oesterheld (a quien descubrí en "Brigada Madeleine" con las peripecias de un argentino en la Segunda Guerra) para que recordemos un librito infantil, un arte menor menor como uno de esas cosas que quisiéramos atesorar por siempre...
Y, la verdad, con el amigo Felipe, tuvimos suerte de que no nos atropellara un camión de la Orinco al cruzar la calle con la nena felices por el librito...
Abrazo enorme, maestro.

Anónimo dijo...

es cierto Netito creo que esto de light tiene poco y nada, me pareció un relato muy intenso, con esa certeza de lo incómodo de crecer, con esa magia que sabés encontrar en cada palabra...

Con tinta violeta dijo...

Don Neto:) :) :), déjese de adjetivar sus escritos !!!. Está claro que esa es la única faceta de la escritura en la que usted patina (eso de light no se de dónde se lo habrá sacado...)Déjenos a sus lectores los comentarios...:) :) :)
Después de leer el texto y ver de dónde salió, para mí tiene mucho mas mérito. Es tierno, preciso, evocador. ¿quien no se ha quedado con la nariz pegada al cristal de una juguetería, papelería o pastelería...?
No es de fantasmas, ni de misterios. Pero usted no necesita de eso para mostrarse sencillamente magistral.
Besos.
Paloma

Netomancia dijo...

Ruma, mirada y reflexiones de niño para contar una historia que juega con el tiempo. Gracias!

Doña Sil, y si, algo light me parecía, dada la ausencia de materia roja, agujeros de balas, etc jaja. En realidad es un juego con el tiempo, una especie de brecha imaginaria que enlaza una coincidencia de dos personas que compraron para su hija el mismo librito en la misma época y... bueno, para el resto está el link que dejé y el relato. Gracias! Saludos!!!

Don Oso! ¿Te gustó? Ja. Me gustó la posibilidad de meter la mano en la línea temporal y jugar con ella. Jamás te imaginabas hasta el título del librito quién podía ser el verdadero protagonista del cuento, porque no es el niño justamente. Un abrazo!

Dieguito, muchas gracias! Lo más divertido que todo lo que le pasa y siente el niño es solo el "escenario" de la idea que quería desarrollar. Un abrazo!

Doña Tinta, jaja, ok, lleguemos a un acuerdo, ustedes comentan, yo escribo. Muchas gracias por sus palabras! Saludos!

Felipe R. Avila dijo...

Ah, que bueno...la historia de hoy parte de un hecho bilocado:
ambos, el Oso y yo -cada uno en su ciudad-le compramos a la hijita de cada uno a su tiempo ese librito, que -hay que decirlo-, a su vez lo tuvimos de niños...Oesterheld es un grande.
Neto también
¿No le digo?Escucha un tema y te hace un relato...
Leyendo el comentario de Tinta violeta,
me acuerdo del tema de Vivencia:"Los juguetes y los niños"
que decia "con tantos niños afuera, qué hacemos en la vidriera"
Gracias che, por todo.

Netomancia dijo...

Ahhh que buen tema Felipe. Busco la letra y vuelvo.
Listo, acá está. Un lujo de canción, un lujo de letra.
De cuando las canciones decían mucho:

Los juguetes y los niños, de Vivencia

Hace mucho frío
y los negocios esperan
con impaciencia las ventas
las ventas...

Frente a la vidriera
de una gran juguetería
hay chiquillos que suspiran
que suspiran...

Sus narices hechan sueños de vapor
pero el vidrio va empañando la ilusión.

Hay una muñeca
y un osito que conversa
mientras los pequeños sueñan
sueñan, sueñan...

Los niños miran y miran
en la vidriera empañada
como se escapan los sueños
a través de sus miradas

Y mientras los niños sufren
los juguetes se preguntan
con tantos niños afuera
que hacemos en la vidriera?.

SIL dijo...

Esta letra corona una entrada maravillosa y única.

Besos.

el oso dijo...

¿Si me gustó?
Todavía estoy atragantado. Si te dijera todo lo que me pasó al leer este relato...
Encima, nunca me salió decentemente la guitarrita de "Los juguetes..."

gustavo dijo...

Un paseo por la infancia en tu bicicleta. Y esas vivencias tan propias de la niñez,la candidez y el dolor. Abrazo