martes, 2 de marzo de 2010

Aventurillas 02: Semáforos

La palabra "semáforo" es de origen griego: σῆμα, señal, y foro, llevar, es decir, semáforo es lo que "lleva las señales", según la sabihonda Wikipedia.
Como parece obvio, los semáforos son imperativos categóricos artificiales y constituyen un ordenamiento externo para gente que se verifica incapaz de conducirse respetando su propia integridad y la de los demás. También imponen quizás el primero de los mandamientos del tránsito. No cruzarás semáforos en rojo parece ser la primera consigna enseñada al novel conductor y también la ansiada meta de demostrar la disconformidad con el orden de cosas estatuido cuando se lo cruza en forma prohibida.

En Villa Constitución, como en cualquier lugar más o menos urbanizado, hay semáforos.
Pero, querido lector, a no confundirse. Siniestros designios esperan a quien ose a acercarse a una intersección semaforizada en esta ciudad. Lo primero que percibirá es un tufillo a azufre o, sin más, a basura amontonada al lado de los caños amarillos que puede provenir tanto del horrendo averno como del vecino más negligente en el segundo -y más habitual- de los casos.

Todo conductor avezado e impaciente evitará las esquinas semaforizadas, para sufrir luego una decepción que lo hundirá en la más pasmosa depresión al verificar que el odioso tricolor no funciona. Pero la próxima vez que se acerque esperando la intermitente, el ladino artefacto mostrará un perenne rojo cuyo efecto inmediato será el de ocho uñas clavadas firmemente en la cuerina del volante.

Quien tenga la urbanidad de respetar las normas verá cómo los servidores del orden público sufren de un daltonismo tan pronunciado que no les permite distinguir la señal prohibitiva. Entonces, muy orondos, seguirán camino ante la indignada vista de los incomprensivos conductores o peatones. Aunque, pensándolo bien, todo se deba quizás a esos conocidos hechizos debidos a espíritus inquietos e inquietantes (tengan a bien aquí recordar el famoso Correcordones, que suele hacer de las suyas en estas calles) quienes, en la proximidad de un semáforo, producen una llamada de urgencia al patrullero, el que encenderá sus luces rotativas y tal vez haga sonar un segundo la sirena hasta cruzar el semaforo en rojo, para luego comprobar subrepticiamente que no había tal emergencia y seguir con indiferencia hasta el kiosquito abierto las veinticuatro horas para el oportuno garroneo de cocacola o cigarros.

Los semáforos ubicados en calle San Martín, camino a la zona industrial, han reducido los accidentes en la misma proporción que han reducido el tránsito. No son pocos quienes prefieren tomar un bote a remo en el Puerto de Cabotaje y hacerse unos kilómetros (y buenos tubos) por el Paraná para llegar a tiempo a una cita en Barrio Galotto, antes que aventurarse en coche por la amplia avenida .

Sólo aquilatados valientes se animarán a cruzar a pie en la intersección de Presbítero Daniel Segundo (Saavedra, para inadaptados como el que escribe) y Eva Perón (Corrientes, ídem). Allí, los semáforos ubicados mucho antes de la intersección -quizás con el fin de evitar las aceleradas en amarillo- se confabularán endiabladamente para que el peatón llegado al cordón de la vereda no tenga la menor idea de si debe o no cruzar. Entonces, se encomendará a todos los santos o suplicará inmunidad a los espiritus inmundos que habitan la bocacalle para llegar al otro lado indemnes o con el mínimo roce de un motorrepartidor apurado.

Los detalles de este acotadísimo resumen no pasan desapercibidos para las autoridades. La Secretaría de Turismo -se dice- ha tomado cartas en el asunto. En Villa toda atrocidad troca en excentricidad, amonestan los maledicentes. Tal como personajes serviles a la feroz dictadura se convierten en simpáticos ciudadanos al servicio de la población, así se comenta que se está pergeñando la creación de la CHOCAS (Comisión ad Honorem Orgánica de Caóticas Aventuras Semafóricas), en alguno de los derruidos locales de una galería céntrica, para fomentar el turismo de riesgo local. Un iniciativa más destinada a poner a la ciudad en lo más alto de los sitios de interés del país.

Los esperamos...

5 comentarios:

SIL dijo...

Comentario más que extenso, vertido en SUS APUNTES.
Besos.

Anónimo dijo...

ahhh no!!! yo con las direcciones y los riesgos de los semáforos villenses ya no me meto, sobre todo ese de Corrientes y Saavedra que cruzaba todos los santos días al salir de casa!
Ahí no me arrimo ni para mirar la hora! esa esquina pertenece al mismo demonio! jejeje
Que grande Oso tu relato, me hiciste reir y afiliarme al CHOCAS!!!

Netomancia dijo...

Don Oso, algo que se me pasó en el comentario en los Apuntes. Esto de ir enumerando las aventurillas nos hace presagiar un decágolo impreso a todo color y repartido en la próxima feria del libro????
Ja, taría. Cosa loca que a uno se le ocurre, un abrazo!!!

el oso dijo...

SIL:
Agradecimiento doble entonces. Besos.

DIEGUITO:
Todavía tengo que enterarme en qué galería funcionará el CHOCAS. Todo parece indicar que en los fondos de la Santa Lucía, dignos de los más sórdidos relatos neteros.

NETOX:
El 3 casi lo tengo, ¿el 4? Quién sabe. ¿Ud quiere que vayamos en cana? Tengo tanta suerte que quedamos 5 años a pan y agua viendo entrar y salir como panchos por su casa a choros, asesinos y narcos.

Abrazos!!!

Anónimo dijo...

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