Solía pasar por delante de casa, con la mirada renegrida por los años y la soledad. Un rostro velado por el pasado, incógnita de tantos destinos y testigo de un tiempo que el mundo se encargó de grabar en su piel.
Solía caminar apurado, evitando así los comentarios por lo bajo. Pero sus piernas no eran las de antes y su paso se había hecho lento. Entonces sus oídos alcanzaban a escuchar esas palabras que casi en silencio iban de boca en boca acompañándolo en su andar, ese cuchicheo sutil pero oportuno, tan inocente para un niño, una daga ensangrentada para cualquier adulto.
Y en ese mar de culpas, daba las brazadas más largas que podía alcanzar. De esa forma su mente se perdía en meditaciones irrelevantes con el único fin de cerrar las puertas al pensamiento racional que aún bullía en alguna parte de su ser, a pesar de todo.
Ir hasta el mercado o realizar un trámite se convertían así en una odisea al averno, un viaje hasta lo más profundo del odio del ser humano. Sentía como los demás ojos penetraban hasta sus vísceras, como muchos deseaban extraerlas con sus propias manos y desmembrarlas ante la vista de todos, en el medio de la calle.
Un buen día dejó de pasar y con el tiempo alguien dijo haber visto la ambulancia delante de su casa. Las conjeturas se hicieron averiguaciones y a las pocas horas se supo la razón de su ausencia por la vecindad. Había muerto en el hospital.
Salió casi todo el barrio entonces hacia la casa donde se albergó esos últimos años aquel hombre extraño de mirada oscura, dueño de un pasado digno del demonio, poseído quizá por éste o bien, por la demencia de la época.
Arrojaron huevos contra el frente, escribieron grafitis sobre los ladrillos y rompieron ventanas y puertas como forma de descargo. Habían sacado la furia fuera. Aquella que por cuestiones de convivencia no habían podido hacer vale estando ese ser en vida.
¿Y de qué valía ahora? hay preguntas que no son fáciles de contestar. Me la hice regresando a casa, esa misma noche. Al aerosol que llevaba en la mano apenas si le quedaba pintura. No sabía si reprocharme lo que había hecho o bien, haberme demorado tanto.
De todas formas el pasado ya estaba escrito. Quizá esa furia sirviera para enderezar el presente. O bien era una forma de decirle a otro que esta vez no nos íbamos a quedar de brazos cruzados de volver a pasar. O era solo un grito de furia. No lo se. La imagen de esa mirada renegrida, solitaria y amargada se pasea por mi mente sin dejarme detenerme en ningún otro aspecto.
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 3 semanas
9 comentarios:
Hablar de la Razón hoy en día que todo está manipulado es tan extraño e impreciso...
El repudio de todos es exacto, justo y necesario, pero, de qué sirve una experiencia si al día siguiente todos cometemos los mismos crueles, asquerosos y oscuros errores? De qué nos puede valer hoy gritar contra lo sucedido si después votamos o apoyamos a los seres que envueltos en una "democracia" fictisia cometen los mismos hechos maquillados en otras mentiras? No habrá jamás perdón, pero creo que tampoco nunca aprenderemos nada, somos crueles, egoistas y absurdos...
Hace mucho tiempo que perdí la fe en la humanidad.
Que pedazo de relato Neto, es terrible y genera miles de ideas!!!
Un abrazo!
Qué pasa si copio y pego el comentario de Diego...??
Mejor no, pero voy a repetir casi textualmente su opinión.
Vale el escrache para canalizar la furia, y habla de grandeza tu texto cuando se refiere a que la sociedad se contuvo, esperando la muerte de la persona, cargando luego contra sus cosas...
Pero, ése tipo de actos debiera servir para luego votar inteligentemente, y castigar así a los nuevos dictadores, que se distinguen de sus antiguos enemigos sólo porque se llaman diferente.
NO hemos aprendido...
Genial el texto, no sabía para qué lado ibas a salir, hasta el párrafo final, no adiviné a qué te estabas refiriendo !
Great, Netuzz.
Abrazo eeeeenorme.
SIL
Al contrario: yo creo que haberlo dejado vivir con su conciencia perversa
en vez de haber tomado venganzas contra él,
incluso la venganza física que es la más elemental,
eso hablaria bien de nuestra sociedad, si es que este relato fuera real y no ficcional.
Dejar vivo a un CRETINO es mejor que convertirlo en mártir, me parece.
¿Y qué se le puede reprochar a la furia de la gente del barrio,contenida por años por el accionar de este oprobio de la especie humana?
Es lógica la furia desatada, hasta es lógica la pintura que aún te chorrea por los dedos, desde la boca pequeña del aerosol, que está aún en tu mano (sin reposo).
Saludos!
Felipe.
Genial por este texto durísimo, y muy muy bien expresado. Se nota la rabia contenida.
Si hablamos fuera de la ficción donde todo cabe, estoy de acuerdo con Felipe: ese ser despreciable vive dentro de un infierno y ahí debe seguir ¿para que ahorrarle nada? Y por otro lado siempre pienso que la justicia se obtendrá cuando estemos fuera de este mundo injusto por naturaleza, porque lo controla el limitadísimo ser humano, por mucho que se haya creído que es el rey del universo.
Volviendo al relato: Ché, que grande eres!!!!
Besos
El desprecio social, y la conciencia del mismo, por parte de su depositario, es el peor castigo. Como una especie de exilio interior. Creo que los crímenes deben ser juzgados y condenados por la justicia de este mundo, en tiempo y forma, pero a veces no alcanza. (En realidad salvo contados casos en el mundo,los criminales políticos, no son condenados. Lo que es realmente un nuevo crimen) Los escraches, son un recurso, pero en todo caso para aquellos desconocidos que viven una fingida vida de virtud. Disculpame la perorata pero estos temas me sacan de quicio. Abrazo
Dieguito, bien, es la idea del relato, sin dudas. Podemos enojarnos pero no hacemos nada para ser mejores o muy poco y desde pocos lugares. En el relato no digo que crimen cometió o donde estuvo el personaje, cada uno lo puede trasladar donde quiera, pero la idea es siempre la misma. ¿Se puede perdonar?¿Se puede olvidar?¿Hacemos algo con eso? Te mando un abrazo!
Doña Sil, si, es una forma de canalizar, de sacarse la bronca, Por ahí también podría preguntarse por qué estaba libre, lo habían condenado o no, realmente era un mal tipo, no se, muchas preguntas que uno podría hacerse. Sin embargo, veo que ninguno de los que ha leído el relato tiene dudas de la culpabilidad ja. También es para analizar, no? Saludos!
Don Felipe, parece haber ido a la cabeza del grupo! La postura es totalmente a favor de lo que hizo el barrio, incluso la tortura silenciosa del boca a boca, de las miradas inquisidoras. Aquí no hay perdón que valga ni olvido que se deje al pasar! Un abrazo Felipe, espero no defraudarlo, ya veo que me cuelga jajaja.
Doña Tinta, es bueno creer eso, que en el más allá o donde fuese, la justicia hará lo que en el planeta no hizo, cobrarse la deuda pendiente. Parece un consuelo, pero en cierta forma, es una manera esperanzadora de creer en la justicia. Saludos!
Gustavo, es cierto, a veces no alcanza, sobre todo si se miden hechos y consecuencias. Y otras veces, no solo es que no alcanzan, sino que la justicia deseada no llega a concretarse. ¿Es tan justo el ser humano para departir justicia? A veces me queda esa duda. Saludos!
Jueto en estos días, este texto nos pone de cara a esos dolores que portamos como sociedad, aunque nunca se diga cuál fue su crimen, aunque cuidadosamente no hay pistas certeras.
En la vida cotidiana tampoco las hay. Nos manejamos con los signos que podemos o elegimos, para decidir qué hacer con nuestra vida y con la sociedad, de allí lo spocos aprendizajes, como dice Sil. De allí que las repeticiones sean posibles. Decimos "nunca más" sólo como expresión de deseo.
Abrazo!
El escrache como modo de desahogo,como una de las formas de aliviar el dolor, el miedo, como un exorcismo, una manera de no convertirse en el escrachado, un ponerse certeramente en la vereda de enfrente.
Una necesidad de poner afuera el repudio y así de sabernos distintos de lo malo.
La necesidad de decir: "esto no lo queremos" , la necesidad de condenar nosotros mismos según nuestros propios valores como individuo y como sociedad.
La condena social, el aislamiento, el desprecio,la ignorancia del otro,el escarnio,son una muerte civil en si misma.
La ley de los hombres nos enjuicia y condena aquí, entre los hombres.
Siempre , igual siempre, es necesario el esfuerzo por tratar de entender, incluso hasta los actos más inverosímils,alevosos y sangrientos cometidos por el otro,aún aquellos a los que cavalmente no les encontramos perdón, creo, que meterse en los zapatos del otro, de todos los otros -víctimas y victimarios- es la manera de no convertirnos en lo que despreciamos.
Muy buen texto, muy buen tema.
Un abrazo Neto
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