lunes, 5 de abril de 2010

Tango endemoniado

Para leerlo con acento "Cayengue"

Y así iba yo por la vida, el tipo que soñó la pared de su casa a reventar de libros, yirando por las calles del centro sin un mango en el bolsillo.
La ciudad te come hermano mío, te amansa y luego te mastica; te aborrece.
Yo me quedé sin la gracia del verso, perdí todo mientras el mundo giraba. Así pasaban los meses malditos que con el tiempo recordaré como “los lustros de cartón y pan”. Los días eran simples compañeros de mi sombra, separados ya de mi coraza soñaban con una mañana reconquistarme. ¡Quién me iba a decir a mí, que aquella tarde cruzando el campo de Santa Fe, esa mirada me fulminaría el almanaque; me destrozaría las vías del último tren a París!
Yo era un guapo, un varón del centro, un tipo duro si había que aparentar.
Mi único infierno se encendía cuando mis manos surcaban las frías teclas de marfil de mi bandoneón.
Yo venía de una estirpe de perdedores que disimulaban el amague, ¡no había manera de caer tan bajo!. Pero el fuego es así, hermano. Quema, abrasa; maldice....

Aquella noche me venció el faso y la falta de llanto. El odio me comió cuando el fuelle comenzó a respirar. La mirada me era esquiva, me guiñaba un ojo con el filo de su navaja.
Y así, susurrando suavemente a sus labios, le juré la vendetta.

¡Y pensar que yo era un simple niño perdido en el medio del campo!

El absurdo de lo cotidiano me arrancó de mi lugar, me hundió en las avenidas nocturnas, en la seda y el alcohol.
Esa noche las teclas ardieron y no fue sentido literario. El Mandinga mismo se hizo carne en el salón. Se retorció en su abrigo y siniestro, como él solo, me aceptó el despiste.
Las damas intentaron huir desesperadas de la vorágine infernal que se desató en el recinto, pero ya era tarde.
El fuego estaba a punto, y la milonga acababa de arrancar.

8 comentarios:

SIL dijo...

Y si canyenque hubo que leer, canyengue habremos de comentar:


De un fueye fogonero
y ruin que afana rosas
y allá en su moro desvelorio
las labura,
asma del re sale a trotar
la rosa umbrosa
de mi amargura;
rosa bufosa...

Y curda de una -
¡lleva en curda tanta cosa!-
gatilla un son que duele
a pólvora y a espiro,
llamando al bardo
(fue esa noche desastrosa)
se atracó un tiro
con tina rosa.
Es de Ferrer, no es mío...

Y emulando al protagonista del film de la rubia Mireya, muy bueno, hermano !!

Un beso.

SIL

SIL dijo...

Uy : q- no vale- g - vale. :)

Netomancia dijo...

Qué madurez Diego en cada línea! La verdad que es magnífico el relato, la construcción, la ambientación y la escena final con el fuego a punto y la vendetta en marcha, un verdadero cuadro literario.
Te movés muy bien en estos escenarios, realmente es como que te sentís en casa. Me encantó!
Un abrazo!

Anónimo dijo...

Sil, que hago yo escribiendo lo que escribo si tengo estas frases tan profundas que me reglás? Gracias por tener siempre la palabra justa, Besos!
Neto, amigazo, me hacés poner colorado y un varón con gomina no debe hacerlo jeje, bueno igual gomina no uso, no sé Netito, las historias arrabaleras y locales siempre me hacen sentir en casa, por eso estoy cómodo escribiéndolas para que las lean los buenos amigos. Abrazos!

La Tomata dijo...

Que genial!! Es genial que en mi ciudad, nuestra ciudad halla gente con semejante talento!!
Es un honor realmente!!

Saludos!!!

SIL dijo...

Diego lo que escribí no es mío, cité a Ferrer !!!
:))
Igual, cabía en este sayo ! ;)
Beso

Con tinta violeta dijo...

Felicidades Diego, un texto con mucha fuerza, se palpa la tensión. Ya busqué lo que significa ese acento en el enlace que pusiste...pero como no sé si alguna vez lo he oído, me imaginé una música de tango que sí conozco mientras lo leía...
Perfecto!!!
Abrazos.

el oso dijo...

Realmente me transportaste a mi infancia donde los poetas tangueros de Grandes Valores recitaban aventuras de guapos, retrueques y mandingas esquineros.
Una pintura qué más de un compadrito de tv envidiaría.
Grandioso, Dieguito.

Abrazos!!