- Ehhh, cof, cof, anduve dando vueltas por ahí, Andrés...
- Ah, ¿y encontraste un toco de monedas?
- ¡¿Monedas?! ¿Cómo supiste..?
- Te hace ruido la bolsita, gil...
- ¡Grap! Sí, ejem, las encontré tiradas, son para los pobres, ¿viste?
Algunos de los discípulos estaban preparando la cena en el piso alto de la casa de Juan Marcos, donde a veces se reunían y no faltaba el tinto.
Jesús estaba serio y sombrío, no como la mayoría de las veces que desbordaba de alegría. Los discípulos intercambiaban miradas y susurros intuyendo que algo extraordinario iba a suceder. Juan, haciéndose el sota, se arrimó hasta ponerse al lado de Jesús. Al verlo, algunos de los otros querían estar lo más cerca posible y se empezaban a amontonar desplazando a los demás a los codazos.
- Correte, que el maestro quiere que esté a su lado.
- Correte vos, che, olete la baranda, lo vas a desmayar...
- Ups, me abandonó la crema de olivo...
Al ver que discutían sobre quién era más importante, Jesús les dijo: -Los reyes de las naciones las gobiernan como dueños, y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el más importante entre ustedes debe portarse como si fuera el último, y el que manda, como si fuera el que sirve. Porque ¿quién es más importante: el que está a la mesa o el que está sirviendo? El que está sentado, por supuesto. Y sin embargo yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Entonces se paró, se sacó el manto, agarró una palangana, una toalla y un cántaro con agua y comenzó a lavarle los pies a los discípulos.
Cuando le tocó el turno a Pedro...
- ¿Vos me vas a lavar las patas a mí? ¡Ni loco!
Desde el fondo, Andrés, el hermano, gritó: - ¡Juaa..! ¡Pedro tiene hongos! Y Santiago de Zebedeo: -¡Fooo, con razón nos rajaron de la casa de Natanael! ¡Qué baranda!
- La sandalia parece un barco con esos juanetes..., completó Tadeo.
Jesús respondió: -Si no te lavo, no vas a tener parte conmigo.
Entonces Pedro dijo: - Entonces lavame las patas, las manos y la cabeza...
Andrés arremetió: - Ya se entusiamó el mugriento....
Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: -¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo. En verdad les digo: El servidor no es más que su patrón y el enviado no es más que el que lo envía. Pues bien, ustedes ya saben estas cosas: felices si las ponen en práctica.
Historia por demás de conocida.
Sin embargo, uno no puede menos que hacerse preguntas cuando ve a tanto sacerdote con aire de superioridad, a tanto ministro que goza cuando la gente se arrodilla para besarle el anillo, a tanto pastor vanagloriándose en el escenario, a tanto boato de las grandes instituciones religiosas...
Hoy, cuando salen a la luz las más atroces actitudes de parte de personas consagradas a la fe, brilla más que nunca el laburo silencioso de gente que ha leído esto y lo ha hecho carne. Como aquel cura sanjuanino que se fue a sacar agua a Benín bendiciendo el desierto, como aquel otro monje que eligió la misión formoseña para llevarles un poco de dignidad a los aborígenes, como tantos que andan lavando patas mugrientas.
Y el contraste, más que nunca, con el rozagante ministro sediento de poder que exige el vehículo más ampuloso para mayor gloria de dios y condena al infierno eterno a quienes no asisten a sus ritos.
8 comentarios:
Comentario (más que extenso) y anexos, vertidos en Sus Apuntes...
Otro beso.
SIL
Ahora si:
QUE GENIAL!!!! GENIALL!!!! Me encanto este pequeño relato, mas de una vez he pensado que realmene no toda la historia ha sido tan solemne como esta contada, creo que la gente en aquellos tiempos debe haber tenido un poco de humor y no todos hablando con propiedad y con las caras largas... La verdad que es genial!!!!
Muy buen post!! Me alegra que gente de Villa, mi ciudad, tenga tanto talento, es un honor!!
SIL: Entonces redoblado agradecimiento, como no merece menos, querida amiga.
TOMATA: Gracias, siempre me gustó reescribir a mi modo esos acontecimientos que se nos muestran solemnes para que los sintamos lejanos. Ya visitaré tu villense blog.
Aaahh!! Entonces hay mas asi??!! Que buenisimoo!!! Me encanto!!
Qué bueno Oso, cuánta razón. Es cierto, el que tiene poder lo obstenta, se jacta, se cree superior, ya sea obispo, cardenal, senador o presidenta. Ciegos en su trono no ven a los que tienen alrededor. Y ciegos nosotros que no les prendemos fuegos.
Un abrazo Oso!
impecable Oso, con todo tu humor y tu denuncia exacta, este texto es genial y preciso para estos tiempos que corren... lo que no entiendo es cómo tanta gente aún va y les sigue el juego a estos soberbios e incultos que se incrustan como un quiste en el poder....
Buena y oportuna reflexión. Abrazo
Las instituciones de los hombres, funcionan con hombres de carne y hueso, la carne y el hueso se corrompen con tanta facilidad cuando el ego estalla y desborda,al final somos humanos, y seremos juzgados los que creemos por una ley infinita y divina.
No son las instituciones sino sus hombres, sino su carne, sino sus corazones.
Tantos silenciosos lavapiés, y tantos que como Pedro necesitan más que un pediluvio, un buen shampoo, un lavado directo al pecho, adentro, hondo, tibio, seco.
Somos hombres, animales humanos, y en medio del arduo aprendizaje, también nos corrompemos, muchos nunca llegaremos a la meta, muchos la sobrepasan en silencio.
La humildad, el dominio del ego, el aplacamiento del YO, no son trabajo fácil para los simples mortales.
Como enla vida, unos sí, otros que no.
Como en la vida, amando, odiando, ayudando, envidiando, dando, codiciando,luz y sombra, todo en uno, todo lo albergamos dentro.
Excelente texto, imprsionantemente gráfico y pletórico del humor que caracteriza tus trabajos.
Un abrazo Oso.
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