En algún camino de la vida su mente se tornó oscura y opaca como un anochecher.
Fue hace tiempo, tan lejano, tan distante. Pero desde entonces no paró de crecer.
Cada vez más maldita, más retorcida, en una inevitable búsqueda donde no jugaba el azar.
Recorriendo las calles bajo las estrellas, eligiendo la víctima, escogiendo a quién matar.
Sin embargo siempre fue eso, el deseo, la lujuria, con un dejo de perversidad.
Como un vicio que no se puede dejar, como un escapismo de la realidad.
Hasta aquella noche en la que la vio, a ella, a esa mujer que lo convirtió en alguien letal.
Su mente anhelaba la sangre, como su cuerpo y la hoja de acero entonces, al fin, fue mortal.
La muerte a sus pies, mostrándose como lo que es: el fin y nada más.
El pánico lo asaltó y de golpe sus ojos entendieron que no había más allá.
En su mente hubo un quiebre, algo que se rompió, como en aquel anochecer.
Corrió en la noche, sin dirección, mirando hacia atrás. Ya no sabía que había sido de él en el ayer.
Arrojó el cuchillo al río y lo olvidó, como quién aleja de su mente un tormento cruel.
Ni uno ni otro desaparecen, tan solo quedan ocultos debajo de una nueva piel.
Y uno sabe que algún día pueden volver.
De las profundidades pueden volver.
Carlitos
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Hace 4 semanas
3 comentarios:
Que buen relato Neto...
Serás lo que debas ser... O no serás nada... decían los mayores cuando yo era pequeña, no lo entendía demasiado... Pero tu escrito le dá sentido... No hay nuevas pieles... Solo viejos hábitos que comandan...
Besos
El monstruo se adormece y siempre acecha.
Cualquier ruidito lo puede despertar.
Abrazo grande.
SIL
siempre pueden volver, por eso no hay que fiarse mucho y andar con las orejas abiertas y los ojos atentos jeje!
saludos!
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