domingo, 14 de octubre de 2012

Posteridad

Pidió ser cremado junto a sus libros. Los que había leído y escrito. Se marchó una noche de tormenta, con el cielo azotando la tierra. Quienes lo visitan -ahora cenizas- acercan sus oídos a la vasija que lo contiene. Juran que siempre les narra un nuevo cuento.

4 comentarios:

SIL dijo...

Buenísimo, me ha encantado, Netito.

No hay fuego que pueda con la literatura :)



Abrazo.


SIL

José A. García dijo...

Porque aún le quedan cosas por decir, de seguro.

Saludos

J.

Con tinta violeta dijo...

Eso demuestra que la gente que es capaz de pegar la oreja a una vasija...no ha perdido la imaginación...¡aún quedan esperanzas!
Muy bueno Neto.
Abrazos!

el oso dijo...

¡Cuántas cosas que deberíamos aprender a escuchar!
Abrazo