El niño cerró los ojos y los mantuvo apretados con fuerza. El ruido de cada noche estaba ahí. Era algo en el ropero, pero ni mamá ni papá le creían. Un sonido seco, como de alguien pelando nueces. Como cada noche, luego de un rato, volvió el silencio. Pero ya no el sueño. Permaneció con los ojos apretados hasta el amanecer, sin poder dormir. Al abrirlos, las cáscaras de nueces cubrían la habitación completa.
Carlitos
-
Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 4 semanas
3 comentarios:
Algo hay ahí, en el ropero...seguro. ¿Porqué los mayores se empeñan en no verlo?...Y es que no solo se ve con los ojos de la cara...pero los adultos renunciamos a ello...
Me gustó el micro Neto!
¿Monsters Inc. ?
Abrazo, Netito.
SIL
Los adultos nunca nos creen...
Saludos
J.
Publicar un comentario