sábado, 9 de noviembre de 2013

Me las pagarán

La ira ascendía en su interior como si fuera lava a punto de ser escupida por un volcán en erupción. Una voz en su mente le decía que se detuviera, que lo pensara dos veces. Pero iba perdiendo fuerza ante la furia, el deseo de venganza.
Colocó las balas en el tambor del revólver a escondidas en la habitación, para evitar ser sorprendido. "Me las pagarán, me las pagarán" recitaba en forma cíclica en un susurro apenas audible. Miró la hora en el reloj de pared y salió a la calle.
La escuela estaba a ocho cuadras. Recorrió el tramo como cada mañana, pero sin percatarse del paisaje. En su mente solo había lugar para el recuerdo que anhelaba borrar en los próximos minutos: el maltrato, los insultos, los empujones, el asedio diario.
Esperó el momento de ingresar al aula, con las manos en los bolsillos. Podía sentir el frío del metal, la empuñadura pidiendo a gritos salir de la oscuridad, el gatillo encorvado esperando el accionar mortal. Cuando los demás comenzaron a entrar, él hizo lo propio. A diferencia de otros días, no se detuvo a saludar a nadie.
El maestro caminó hacia el pizarrón, giró hacia los alumnos y con voz estridente, aulló a las cuatro paredes:
- ¡Mueran hijos de mil putas, mueran de una buena vez!
Y vació el tambor con los ojos cerrados.

4 comentarios:

SIL dijo...

Neto!!

Lo más terrible de este relato es que podría formar parte de la crónica periodística de hoy, ayer, mañana...



Abrazo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Acertado planteo el de SIL.

Con tinta violeta dijo...

Terrible que alguien que debiera ser respetado y gozar de autoridad, sea maltratado y despreciado por los alumnos. Real como la vida misma...solo que por fortuna los verdaderos docentes siguen siempre al pie del cañón, amando a sus alumnos y tratando de sacar lo mejor de ellos...pese a todo.
Nos haces temblar con tus relatos, amigo.
Besos!

el oso dijo...

Cuando se parece más a una crónica que a una ficción la cosa se complica.
Abrazo