Es difícil reconciliar el sueño cuando uno despierta a mitad de la noche tras haber escuchado el sonido inconfundible del teléfono sonar una vez.
La pregunta queda latiendo al mismo ritmo del corazón, casi de manera desbocada. Y las horas pasan y la noche se hace eterna.
Recién al levantarnos uno se acerca sigiloso, casi temiendo que el aparato lo fuera a atacar, y revisa en busca del número de la llamada perdida en la madrugada.
Y para sorpresa, allí no hay nada. Cero registros. La cabeza, maquinaria molesta si las hay, se pone en funcionamiento para tratar de darle una explicación a lo que no tiene lógica. Y así se consume la mañana, sin resultado alguno.
Para la tarde es asunto olvidado. Recién por la noche, antes de acostarse, el recuerdo vuelve como un alma en pena. Y por segunda luna consecutiva, nuestros ojos quedan en vela.
La diferencia es que esta vez, el teléfono no suena. Y es probable que la noche anterior jamás lo haya hecho. Pero nunca lo sabremos. La oscuridad se ríe por lo bajo, dueña absoluta de nuestra voluntad.
Ahora solo hay palomas (audio cuento)
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Ahora solo hay palomas, en formato audio cuento.
Hace 1 semana
4 comentarios:
qué misterios tiene la vida y cuántos tiene la noche...
Los telefonos tienen esas cosas molestas.
Y el insomnio es especialista en tramar fantasmas...
Abrazo.
A veces es peor que llame! Ja!
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