sábado, 16 de agosto de 2014

La sorpresa

El vendedor tenía razón, no parecía un arma.
- ¿Y me asegura entonces que nadie se da cuenta?
Por supuesto, el hombre detrás del mostrador sacó a relucir su mejor sonrisa, esa que lleva grabado el lema "quedate tranquilo, vivo de esto".
- Bien, me la llevo entonces.
Pagó en efectivo, pidió que se la envolviera y guardara en una caja y la metió en el auto. Dudó un instante y volvió al negocio.
- ¿Usted no se molesta si me la pongo acá?
- ¡Pero cómo me va a molestar!
Regresó al auto, buscó la caja y se metió en el negocio. El vendedor le señaló un pasillo.
- Al fondo está el baño, cámbiese ahí.
El baño era un cuartito de un metro por un metro, con inodoro y lavamanos. Abrió la caja, sacó del envoltorio el traje y con cuidado, lo acomodó encima del inodoro.
Se quitó la ropa que tenía puesta y se colocó lo que había comprado. Miró las paredes en busca de un espejo, pero no había más que pintura descascarada en los cuatro espacios.
Volvió ante el mostrador y esperó que el comerciante diera su opinión.
- Le dije, quién va a pensar que es un arma.
Ahora sí, volvió a su coche tranquilo. Lo puso en marcha y condujo hacia su casa. No veía la hora que un ladrón hijo de puta lo emboscara para robarle. ¡La sorpresa que se llevaría, la sorpresa...!

3 comentarios:

el oso dijo...

Sí, efectivamente son armas.
Siempre digo que me genera desconfianza la gente de traje, incluso de mí mismo en las contadas veces que me ha tocado portarlo.
Son armas.

heyamil dijo...

jajaja sierta mente es un arma letal y se debe saber como aprovecharlas si mezclas los trajes y Schmutzfangmatten es lo mejor

SIL dijo...

La más terrible y devastadora de las armas...


Abrazo.