Mientras caminaba por la plaza, con intención de ir a hacer un trámite, recibí un tweet. Lo extraño fue que no llevaba conmigo el celular. Tan solo llegó y me golpeó el rostro.
Recuerdo que sentí el golpe y miré para todas partes, consternado. Pensé primero en algún bicho que había caído de uno de los árboles, pero grande fue mi sorpresa cuando lo vi tirado en el piso. Tuve que agacharme para leerlo.
@Hernán Sigues siendo el mismo despistado de siempre
Si, era cierto, era un despistado sin remedio. Pero por otra parte, ese no era mi nombre. Me quedé más tranquilo. Alguien se había equivocado, el tweet no era para mí. Seguí raudo mi camino, estaba por cerrar el banco.
Lectura recomendada: Hay que llegar a las casas, de Ezequiel Pérez
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Hay que llegar a las casas, de Ezequiel Pérez
Llegué a este libro por haber leído tantos buenos comentarios en lugares
diferentes. Había, además, algo ...
Hace 4 semanas
1 comentario:
Enternecedor
Muchos besos
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