Tras mirarlo brevemente le preguntó:
- ¿Nombre?
El, en forma mecánica, contestó incluyendo el apellido. La mujer tomó nota en el formulario. Luego rellenó varios renglones y tildó casillas que estaban en blanco. Finalmente giró la hoja hacia él y le acercó una birome. "Firme" le dijo.
Garabateó unas líneas al lado de la equis que ella había escrito para señalizar el lugar y devolvió tinta y papel. "Puede pasar" sentenció la mujer y de inmediato la pequeña puerta al final del pasillo se abrió de par en par.
Caminó esos metros con aparente tranquilidad. Al otro lado de la puerta lo esperaba un andén. Varias personas se protegían del frío de la intemperie refugiándose detrás de las columnas de la plataforma. Hizo lo mismo.
Buscó en sus bolsillos los cigarrillos pero recordó que el último lo había fumado la noche anterior, antes de acostarse en la cama dura de la pensión. De todos modos, ya no necesitaría.
Algunas personas más se fueron sumando a ese puñado de almas desperdigadas sobre el andén, ajenas unas a otras. A nadie le interesaba hablar, menos a él. Consultó la hora y sabía que a la brevedad llegaría.
No había terminado de pensar en ello que comenzó a escucharse la locomotora. La silueta comenzó a dibujarse al final de la estación. La gente fue buscando un lugar más cercano a las vías. Sin embargo, nadie se apuraba.
Reparó en el hecho que ninguno llevaba equipaje y casi con gracia pensó que el chiste sería necesitarlo. Con trágica expresión, se guardó el comentario.
Se formó un puñado de personas en el punto exacto donde se detuvo el primero de los tres vagones de pasajeros que traía la locomotora. "Cada vez somos menos" pensó.
Lentamente fueron subiendo y tomando asiento. El silencio reinaba como un ritual. Las voces ya eran de poca utilidad. Cinco minutos después ya estaban en marcha. El vagón oscilaba de un lado a otro, pero sin violencia, más bien como un vaivén inofensivo.
Suspiró y apoyó la mejilla contra el vidrio. El siguiente suspiro empañó la ventana. Trazó sobre ella una cruz. "Quizá ya esté muerto y no lo sepa" pensó.
No quería dormir pero de todas formas la monotonía lo venció y se sumió en un sueño desagradable. En el mismo viajaba en un tren hacia los campos de incineración, donde llevaban a los mayores de cincuenta años que no tenían trabajo, para de esa forma reducir el número sobrante de personas en el planeta y evitar la desocupación en edades avanzadas.
Despertó agitado, en el momento que lo empujaban hacia los hornos. Miró hacia el pasillo y comprendió que aún estaba viajando. Ni siquiera en sueños podía evitar su destino. Vaya vida la suya. Suspiró una vez más, pero esta vez ya no se durmió. En el vidrio empañado dibujó otra cruz y esta vez, debajo, colocó su nombre y apellido. Era la tumba que no tendría.
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 3 semanas
7 comentarios:
Hermano querido, ésto es simplemente magnífico.
Colijo que tu protagonista fue llevado hasta un horno de gas nazi.
Pensé que se había muerto y partía para el más allá...
En su horrible sueño, hay una profecía espantosa.
Hay triple analogía en este texto.
La cita de un espantoso hecho histórico, una metáfora de vida, y una tremenda profecía de -mediano- (no largo) plazo.
Buenísimo , Netuzz.
SIL
Uff Neto, vaya escalofrío me ha recorrido de arriba a abajo mientras leía...lo mas impresionante es esa versión moderna de los campos nazis, que fue lo primero que pensé como SIL...pero hay algo que lo ancla al presente y es esa frase donde haces mención a los mayores de 50 sin trabajo y que la sociedad se quiere quitar de enmedio porque solo causan gasto y no son útiles...
Esa me parece una buena descripción para lo que se empieza a vivir en estas sociedades deshumanizadas...ojalá muchos pequeños avisos hagan que el mundo de un giro...y sepa aprovechar la experiencia...
"La tumba que no tendría"...que ternura inspira tal soledad...
Besos, bessos, besos...
Triste destino que les espera a las cincuentonas...
Neto este día 12 cumpliré -si llego- 49.Como faltará poco para 50, vaya sacándome pasaje en ese tren,eh.No se olvide, a ver si me quedo para molestar...
F.
una historia difícil de digerir Neto, pero lo que más me asusta es que esas ideas se puedan estar planetando en alguna de las absurdas "esferas del poder"....
un abrazo!!!
Estos relatos nos conmueven sobre todo porque sabemos que no están lejos de la realidad que supimos conseguir.
Escalofriante y brillante a la vez, Neethoven.
Abrazos
Doña Sil, de profecía viene la malo. Ojalá errarle de acá a la China. Gracias y gracias, como siempre. Saludos!
Doña Tinta, el final está cargado de funesta soledad, dibujándose su propia cruz, la que sabe, no tendrá. Me agrada que le haya gustado! Saludos!
Don Tauro, hombres y mujeres, no hay diferencias en el futuro. Ja. Saludos!
Don Felipe, mientras conserve el laburo, no tendrá problema. Los únicos serán los propios de la edad, como ser achaques, mal humor... jajaja. Un abrazo!
Don Dieguito, usted lo ha dicho. Uno escribe ficción, otros toman decisiones en contra de la humanidad misma. Un abrazo!
Don Oso, exacto, menos cuando hechos así ya hemos vivido como humanidad. Y somos una de las especies que adoran tropezar más de una vez con la misma piedra... Un abrazo!
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