domingo, 18 de julio de 2010

Colina abajo

Bajó de la colina esperando no encontrar a nadie y así fue. Caminó hasta el viejo pueblo y transitó como un fantasma sus calles desiertas.
Buscó entre los objetos abandonados en las calles algo que le resultase familiar, pero los recuerdos eran vagos, repletos de telarañas. La mirada no se detuvo en nada en especial. Aquello era como recorrer la muerte luego de un desastre.
Acaso así era, eso estaba haciendo. Con la salvedad que habían pasado muchos años. Llegó hasta vivienda que cerraba la última calle. Reconoció formas, imágenes, pero todo resultaba muy lejano, casi como en otra vida. Se asomó al jardín trasero y un escalofrío recorrió su piel al creer haber escuchado voces de niños jugando.
Allí no había nadie, ni siquiera el tiempo le había devuelto el césped. El amarillo reinaba como en todas partes. Se limpió el rostro de dos lágrimas que habían aparecido casi por arte de magia y retrocedió por el camino por el cuál había llegado.
Regresó a la colina, como siempre lo hacía, con el dolor a cuestas y el sabor de la soledad castigándole el alma y el corazón.

7 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Que fantástico relato, Neto. Cualquier explicación puede ser buena, pero es la nostalgia de lo pasado, lo perdido, la soledad, lo que hace que uno acompañe al protagonista en este viaje de ida y vuelta, quien quiera que sea.
¡Perfecto! Incompleto y muy sugerente.
Besos!!!

Netomancia dijo...

Gracia doña Tinta, es en lo no escrito donde se narra la historia. Saludos!

SIL dijo...

Tu colina abajo es la analogía perfecta de los recuerdos que tenemos de lo que ya no es...
Volvemos sabiendo que no encontraremos nada.
Las lágrimas ruedan en silencio.
Nos parece escuchar voces de otro tiempo.
Y después de un pequeño recorrido, volvemos a la realidad, con el dolor a cuestas y el sabor de la soledad, castigando alma y corazón.

Magnífico, Netito.

Un gran abrazo.


SIL

Anónimo dijo...

desgarrador texto el de hoy Neto, cuando decís "ni siquiera el tiempo le había devuelto el césped", es cómo si uno estuviera ahí a punta de maldecir todo lo que a uno lo rodea, es una especie de lamentación eterna la de este personaje, vagando entre ruinos, esperando nada y con una gota de esperanza oculta a la vez, por la que de vez en cuando, se le escapan un par de lágrimas.
Impactante!

Abrazos amigo!

Felipe R. Avila dijo...

¡¡Che!!!!Me encanta este relato,querido amigo.
Sólo por contradecir a doña TV, voy a arriesgar una posible solución al conflicto:
el que baja de la colina, envuelto en un todo amarillo, que cree a veces reconocer formas y/o voces, pero no puede asirlas, es un triste fantasma.
No es el mundo el que murió dejándolo solo sino él,el que se ha ido, pero un poco,hasta ahí,a la colina.
¿Estoy loco?
Un abrazo,cualquiera sea el temna en el que pensaste al escribirlo.

Epilef

mariarosa dijo...

Muy buen relato neto.

Fui siguiendo , acompañando a ese hombre que regresaba , sabiendo que sólo encontraría soledad. me gustó.

mariarosa

el oso dijo...

Sin serlo, me resulta mágico. Y es el poder de tus letras, Neethoven.
Abrazo!!