jueves, 6 de enero de 2011

Pichuleador

El hombre con más suerte en el mundo, era también uno de los más amarretes. No gastaba ni un centavo de más. A diario compraba los alimentos y los numeritos de la timba. Mensualmente, productos para limpieza y anualmente, algo de vestimenta.
Vivía solo, salía poco, se hacía los mandados, aseaba su hogar y jamás invitaba a nadie a comer. No trabajaba, no le hacía falta. Vivía gracias a la quiniela.
Apostaba a toda hora, en la casa de apuestas de la esquina. Sus pálpitos pocas veces estaban errados. Pero debido a que era tacaño, apostaba muy pocas cantidades. El dueño de la agencia le sugirió hasta el cansancio que subiera un poco los montos, pero el hombre nunca le hizo caso. No "pichuleés" le decían. El término le caía en gracia, pero no sonreía, porque hasta eso parecía ahorrar. A sus espaldas, era conocido como "el pichuleador".
La mañana en la que apareció con un bolsito azul, eran cuatro los que estaban en la agencia de quiniela. El dueño, Luifo Correa, Arnaldo Gómez y Ricardo Aldoro. Cuentan aún que no daban crédito a lo que estaban viendo. El hombre había abierto el bolso y mostrando lo que había en el interior, dijo:
- Quiero apostar todo esto, unos novecientos mil pesos, al 18 a primera.
El agenciero se tomó se llevó la mano a la cabeza. Pidió que le diera unos minutos y tomó el teléfono. Llamó a la lotería de la provincia y consultó si podía aceptar una apuesta así. Lo tuvieron un rato en línea y finalmente le dieron el visto bueno.
Los tres clientes no perdieron el tiempo, además de ver el dinero que llevaban encima para hacer una jugada extra al 18, enviaron mensajes de texto a todos los conocidos.
Fue Correa el que le preguntó, mientras aguardaban al quinielero, si esa plata la había ahorrado de las ganancias.
- Si - dijo tajante el hombre - Gastaba poco, el resto lo fui guardando.
Contaron el dinero y la cifra era exacta. La maquinita electrónico expendió la boleta y el "Pichuleador" la tomó y sin leerla, la dobló y guardó en el bolsillo de la camisa.
Ni bien se fue, los demás hicieron sus jugadas al 18. Incluso el dueño llamó a varios familiares para que jugaran también.
Esa noche estuvieron expectantes al televisor y la radio. Los más modernos, seguían el sorteo por internet. Se había corrido la bolilla por todo el pueblo. Algunos niños se habían atrincherado delante del jardín del "Pichuleador" porque habían hecho apuestas sobre si celebraba o no cuando saliera el número.
Las luces de la casa, sin embargo, estaban apagadas. ¿Tan seguro estaba que ganaría que se había ido a dormir? Seguramente, dijeron algunas mujeres, ahorraba hasta la electricidad.
No se conoce el monto exacto de las pérdidas que ese día hubo en el pueblo. Algunos lo niegan, pero enterados de esa apuesta, habían sacado sus ahorros del banco y lo habían jugado. Se vieron varias casas en venta tras aquel fatídico sorteo. Salió el 77 y dos ancianos sufrieron un infarto de corazón. Algunos hasta intentaron suicidarse.
¿El Pichuleador? Nadie sabe. Ese día en la agencia fue la última vez que alguien lo vio. Se fue antes del sorteo, aseguran muchas voces. Y tuvo suerte, porque si se hubiese quedado, ningún vecino hubiese amarreteado golpes y venganzas.

5 comentarios:

SIL dijo...

O se suicidó, antes de que lo mataran...

No hay que ir contra de la esencia de uno, vio, porque la terminás pifiando mal.

:)

Abrazo, Netuzz

SIL

mariarosa dijo...

¡Pobre tipo!
Seguramente los vecinos lo enyetaron.

Muy buen cuento.

mariarosa

Anónimo dijo...

menos mal q se piró antes de q cantaran los números, aunque me parece q igual le cantaron unas cuántas jaja, genial relato Neto, me encanta el ambiente que lo rodea!

Con tinta violeta dijo...

A lo mejor se largó harto de que se rieran de él de esa forma...aunque ¡pobre hombre!
Lo de los vecinos es de traca...(menos a los que les da el infarto, pobres ancianos, eso me dió pena...)
Muy bueno.
Me apunto la palabra "amarrete" para mi diccionario particular.
Besos Neto!

Netomancia dijo...

Doña Sil, yo creo que lo hizo adrede, pero bueno, si alguien lo encuentra, que le pregunte... Saludos!

Doña Maríarosa, o él los enyetó a ellos! Ja. Saludos!

Dieguito, si, le cantaron insultos en veinte idiomas!! Abrazo!

Doña Tinta, apunte nomás, amarrete es sinónimo de don Belce, digo, de tacaño. Saludos!!!