Cierto día, Analía y Laura salieron de compras. Más allá de los gustos diferentes, coincidieron en el sitio donde gastar el dinero.
El shopping tenía tres pisos y al menos, seis escaleras eléctricas. Pero lo más importante era que estaban todas las marcas de moda.
Analía buscó vestidos de noche y zapatos de taco alto. Se probó al menos cien vestidos, pero compró cinco. Con los zapatos hizo lo mismo. Más de una vendedora la miró con mala cara y su amiga se lo reprochó.
Laura, en cambio, no dio tantas vueltas. Fue muy resuelta a la hora de elegir lo que quería. Al final del día llevaba en sus manos bolsas de diez comercios distintos. Y dentro de las mismas, desde pantalones a remeras, un par de bikinis y ropa interior.
Regresaron juntas en un taxi. La primera en bajarse fue Analía. Laura se despidió y continuó viaje, pero a las dos cuadras le pidió al taxista que la llevara de nuevo al shopping.
Ya sin su amiga, se probó cien vestidos para comprar solo uno e hizo lo mismo con los zapatos, para quedarse con un par. Satisfecha, volvió a su casa.
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 4 semanas
4 comentarios:
Para no quedar mal, renunció a lo que quería. Para luego volver y hacer lo que quería. Para estar satisfecha tenía que incomodar al alguien más.
Evitaré hacer comentarios que involucren a gente conocida, Neto.
Abrazo
Mona ve, mona quiere...
Saludos,
J.
Enfermo privilegio de poc@s.
Otro abrazo.
SIL
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