La discusión había llegado al punto más alto de la tarde. La mesa se movía inestable ante los ampulosos golpes que sin darse cuenta le propinaban con los movimientos de los brazos. Los pocillos de café, largamente vacíos, tintineaban sobre los platos en los que estaban apoyados. Las voces se confundían, ya nadie sabía quién hablaba, a quién correspondía tal postura, quién la refutaba, el que estaba a favor, el que estaba en contra. Las voces parecían una sola, pero diciendo cosas distintas. El sonido fue ascendiendo, hasta tapar las demás conversaciones del bar. Finalmente eran gritos, casi al límite de quedar afónicos.
Cuando se hizo el silencio, nadie sabía de lo que hablaba. Se miraron unos a otros, algo avergonzados. Pidieron la cuenta, dejaron sus billetes sobre la mesa y luego se fueron.
Un parroquiano que había observado la situación le guiñó el ojo a Jaime, el mozo.
- Al menos se van y dejan el dinero.
Jaime lo cortó en seco.
- Por favor don García, no me saque a relucir la política a estas horas.
Carlitos
-
Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 4 semanas
3 comentarios:
Un consuelo que dejen el dinero. En la actualidad solo se ven discusiones y mientras tanto "se llevan nuestro dinero" y nunca mas se supo...
el camarero estaba un poco susceptible por lo que se ve...
Besos!
Creo que lo que despierta el mal humor del camarero es el "al menos", lo toma como una alusión a otros. A otros que no quiere oir mencionnar.
Ja!
Linda postal de los tiempos que nos acometen en la actualidad...
Abrazo, Netito.
SIL
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