Sintiéndose en la cornisa Ismael le jugó todo al 18. Podía escuchar los latidos de su corazón por encima de la multitud.
La bolilla giró eternamente, siglos y siglos. Se convirtieron en figuras del tiempo, condenados a una chance.
Aun aguarda Ismael que el destino le sonría. A su alrededor todos esperan espectantes. Es un manojo de esqueletos delante de la ruleta del universo.
martes, 1 de abril de 2014
La ruleta eterna
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2 comentarios:
Y es sólo física clásica.
Podría complicarse más con la mecánica cuantica.
Hay momentos que nos estaquean, nos inmovilizan, nos condenan, para siempre.
Otro abrazo.
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