Le dolía tanto la cabeza que no tuvo mejor idea que buscar un hacha y cortarla a la altura del cuello.
Ahora le sigue doliendo la cabeza y también el estómago, porque carente de boca para ingerir, su cuerpo espera en vano por un poco de comida.
Lectura recomendada: Hay que llegar a las casas, de Ezequiel Pérez
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Hay que llegar a las casas, de Ezequiel Pérez
Llegué a este libro por haber leído tantos buenos comentarios en lugares
diferentes. Había, además, algo ...
Hace 4 semanas
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