viernes, 15 de mayo de 2015

Esa música...

Cierta música se colaba entre sus pensamientos. Levantó la vista, atento a la habitación. Nadie. La soledad, pero disfrazada de lo cotidiano. Por más que trató de volver a lo suyo, allí estaba esa música. No podía concentrarse. Dejó entonces la hoja de afeitar con la que ensayaba el corte en su muñeca y se dirigió a la ventana. Ahí observó a la responsable. Vieja calesita de antaño, abandonada, triste, solitaria. Cantando melodías como un fantasma, tratando de atraerlo lo antes posible para cabalgar sus derruidos ponys.

2 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

La melancolía le salvo la vida.
Curioso pero verosimil.

Boris Estebitan dijo...

La musica de sus pensamientos fue la salvadora de su suicidio, buen texto, saludos desde El Blog de Boris Estebitan.