sábado, 2 de mayo de 2015

La familiaridad de las cosas

Una luz cegadora inundó la ventana. Alicia, que transitaba la delgada línea que separa la vigilia del sueño acurrucada en el sillón del living de su casa, mientras en la pantalla del televisor transcurría una película de terror, se puso de pie sobresaltada.
Lo primero que vino a su mente fue la idea de un OVNI. La posibilidad de una nave extraterrestre sobrevolando su casa con el objetivo de abducirla no era ajena en sus pensamientos. Había visto decenas de películas donde aquello ocurría sin que nadie pudiera evitarlo.
Pero la luz no provenía desde el cielo. A pesar del haz que penetraba a través de la ventana, aun podía observar el firmamento oscuro colmado de estrellas. Con el corazón palpitando con la misma intensidad que una sierra eléctrica - como había visto en esa película donde unos jóvenes se perdían en un extraño pueblo - pudo detectar que el origen de la luz era más cercano y terrenal.
Recordó entonces ese film en el que el asesino usaba una macabra máscara blanca y perseguía a sus víctimas con un cuchillo. Tembló ante esa posibilidad, tratando de alejarse todo lo posible de la ventana.
De repente la luz se extinguió. La habitación quedó en penumbras, solo iluminada de tanto en tanto por los cambios que se sucedían en la pantalla plana del televisor.
Alicia buscó en vano el interruptor de la lámpara de techo en la pared que tenía a sus espaldas. Sabía que estaba en la pared opuesta. Podía escuchar la agitación de su cuerpo, el temblor de sus piernas e incluso, oler el sudor del miedo emanado por su piel.
Esperó en silencio que la luz retornara pero aquello no ocurrió. En cambio, la ventana devolvió simplemente oscuridad. Permaneció de pie contra la pared por horas, hasta que el amanecer trajo la tranquilidad de lo conocido.
Entumecida, fue acercándose poco a poco a la ventana. Afuera el paisaje era el habitual. Las cruces, las lápidas, los hierros retorcidos y más allá de las tumbas abiertas, los cadáveres por enterrar durante la mañana.
Un alivio recorrió su cuerpo. Nada como la familiaridad de las cosas para desterrar los miedos irracionales.
Cansada, se dejó caer en el sillón para dormir un par de horas. En el televisor daban otra de terror.

1 comentario:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Alicia podría inspirar a Tim Burton.
¿Así que esa eran las cosas familiares que la tranquilizan?