martes, 28 de julio de 2009

Despertar en la ciudad

Subió a la bicicleta y salió veloz, rompiendo el viento en dos. La avenida estaba desierta en las primeras horas del día. Algunos peatones caminaban resignados y cabizbajos, en la lucha diaria de ir despertando a un nuevo día que se resistía a darles la bienvenida. Pocos vehículos, algo de neblina y la brisa bien fresca, invitando a la tentación de olvidar las responsabilidades y regresar al calor del hogar.
Era dueño de la mañana, antes que la ciudad despertara del todo. Quizá su momento más preciado. Sus piernas ya tenían el ritmo habitual, pedaleando con fuerza y ganas, llevando la bicicleta con elegancia sobre el pavimento.
Saludaba con gracia a los conocidos, que eran muchos. Ser cartero era un oficio noble y lleno de recompensas. El reconocimiento, el saludo indiscutido, la sonrisa al pasar. Esos ojos anhelantes de algunos, expectantes de buenas noticias, o las miradas huidizas de otros, temerosos de alguna deuda por llegar.
Su vida era la bicicleta, el bolso al hombro y el viento acompañándolo por las arterias de la ciudad. Se sabía cada rampa de cada vereda. Conocía las rutinas de todos, el horario en que las persianas se levantaban en los negocios, el recorrido de los que salían a pasear perros, los que iban a trabajar, los que regresaban de la jornada nocturna... no había secretos escondidos a su mirada.
Y en las mañanas, en los momentos de lento despertar, sabía entonces donde el silencio era silencio por la ausencia de almas y donde el silencio era tal por el dormir de la gente.
Y allí entonces la máscara caía, invisible e inesperada y el hombre de bien se aprovechaba de la confianza del otro y dónde nadie lo aguardaba, él robaba y seguía, pedaleando contra el viento, portando siempre la sonrisa contagiosa, el saludo cordial, avanzando contra la rutina de una ciudad que de a poco despertaba.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

uyyyy neto que buen relato nos regalaste hoy! te juro que iba en arriba de esa bicicleta, el viento me golpeaba la cara, iba saludando a los vecinos feliz y contento de ser uno más de la sociedad, teninedo compañeros de miradas y suspiros; pero de repente se cayó la máscara!!!
ahí nomás me bajé de la bici!!! madre mía! el cartero guardaba su peor cara!!! que triste realidad cuando estos personajes se aprovechan de la confianza que le podemos dar y atacar en las sombras cuando nadie los ve...
impecable!
un abrazo enorme!

SIL dijo...

Ay Neto...
me sorprendiste!

Cuando las máscaras caen,
las sonrisas desaparecen, y
y las realidades cambian.
Un beso enorme Hermanito.

el oso dijo...

Dos palabras nos sacan del ensoñamiento como quien patea a uno que pasa en bicicleta: "él robaba".
Magistralísimo, ambiente bucólico hasta para la caída del velo.
Me parece que es un cuentazo.

Abrazo

Taller Literario Kapasulino dijo...

Que hijo de p...!!!! Y yo pensabe que trabajador... que buen hombre, hasta que llegue al final.
¿Sera que no habra que confiar en nadie?
NO, creo que no, solo es ficcion.
Besos Neto!

Anónimo dijo...

Un relato realmente magistral.
Como describes el quehacer del dueño de la bicicleta es realmente sorprendente. Una manera de contar excelente.
PAZ

Kreski dijo...

Sencillo, fácil, abundante es el homenaje recibido al portador de las noticias que para unos es alegria ...para otros dificultad...el tema ...EL TEMA ES " DESPERTAR"
Gracias neto este momento tan particular de recordarme y agradecer el día de cada día con una sonrisa matinal...

Anónimo dijo...

muy bueno!
apenas empecé a leer me acordé de nuestro querido seba sabanobax, con esto de que iba en bici para todos lados jaja, claro que después con lo del engaño y la máscara me dejó de sonar jajaja
muy bueno ernest!