Geranio no entendía cómo la gente se preocupaba por tonterías.
No podía comprender por qué, por ejemplo, le prestaban una mucha atención a su vestimenta, a sus peinados, a cómo lo miraban si hacía algo que los demás no esperaban.
No entendía por qué había peleas o guerras, creía que era más fácil si todos empezaban a quererse, si se daban una mano.
No sabía muy bien cómo venía la mano con el dólar, la bolsa de comercio, con los negocios, la balanza comercial. No podía ni siquiera sospechar cómo funcionaban las cosas cuando leía en los titulares que la economía había mejorado, que había optimismo en los mercados, cuando sentado en el umbral de casa seguía con la vista asombrada a los cartoneros, cirujas y niños pidiendo limosna.
Los padres de Geranio comenzaron a preocuparse desde que a edad muy temprana empezó a hacer preguntas fuera de lugar:
-¿Por qué hay que desconfiar de todos?
- Papá, mamá, ¿por qué no juegan conmigo?
- ¿La luna me sigue a mí o los sigue a todos? ¿Cómo hace?
- Me da pena ver al canario en la jaula, ¿y si lo soltamos..?
Cuando le preguntaban qué quería ser cuando fuera grande respondía músico, poeta o astrónomo.
Cuando le preguntaban de qué cuadro era, decía de Los Girasoles de Van Gogh.
Cuando le preguntaban a quién quería más, mamá o papá, decía a la tierra porque lo escuchó de la Bersuit.
Cuando le preguntaban qué quería de regalo de cumpleaños, pedía una estrella.
Si la pregunta era por los reyes magos, él mostraba la pila de cartas que nunca fueron enviadas por sus padres.
Los padres, viendo que su hijo era prácticamente un extraño en la familia, evitaron mandarlo a la escuela. Eso hizo que desconozca las verdades más elementales acerca del mundo; así, nunca pudo comprender por qué había guerras, miserias, modas y peluqueros.
Psicólogos, neurólogos, profesionales de toda especie y calibre diagnosticaron a Geranio. Su mal era incurable, dijeron.
Como no se adaptaba a vivir en sociedad porque no comprendía a qué cosas la gente le daba importancia, decidieron que no podía andar por la calle. Era muy riesgoso que se ponga a saludar a cualquiera, a conversar con desconocidos, a mirar con asombro la forma de las nubes ignorando los semáforos.
Entonces, sus padres pensaron que debía estar en un hospicio, allí estaría protegido, conversaría con delirantes como él y tal vez hallaría la felicidad. Sus días allí fueron más tristes de los que imaginó su familia, quienes dejaron de visitarlo, porque los ponía mal. Fue languideciendo y con él su interés o su fuerza para hacer preguntas.
Hoy, que estamos reunidos para despedir los restos de este pequeño, rogamos al cielo que no nos vuelva a castigar de esta manera, enviándonos una carga mayor que las que podemos soportar los adultos responsables.
Y aprendan los niños presentes que naciendo en una familia de bien, en una sociedad de bien, quien se equivoca en hacer las preguntas o en dar las respuestas correctas no merece otra cosa que un triste destino como el de Geranio que hoy nos deja sin haber querido o podido aprender lo que es la vida.
Colorín, colorado...
Carlitos
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Con once años son otros los horrores, efectivamente.
Jugar a las escondidas se podría considerar casi normal una tarde de
primavera; jugar en grupo, en la...
Hace 4 semanas
11 comentarios:
Todos fuimos Geranio alguna vez...pero fue hace tanto que ya no lo puedo recordar...
Pienso lo mismo que María Susana, todos fuimos Geranio alguna vez, hermoso cuento
Buen fin de semana
Un besito Rosario
Luchador idealista incurable...
que triste... que terrible mal incurable tenemos los mayores...
Hermosamente realista y doloroso tu cuento....cierto que todos llevamos a geranio dentro...o quizás tenemos un geranio en la familia, duele ser diferente, la estructura social no acepta a quienes difieren de parámetros que considera "normales"....me llegó mas allá del alma este cuento. Muy bello Oso, un abrazo.
porque crecemos y perdemos nuestra niñez? porque "evolucionamos" y perdemos nuestro lado animal?
son tantos porqués....
un abrazo grande Oso!
Don Oso, en los Apuntes te dije las sensaciones que me dejó este relato. Es tan crudo, tan palpable, que asusta. Hay cosas que no debemos preguntar, porque nadie tiene las respuestas.
Un abrazo!
los hubo, los hay y los habrá, geranios por todos lados en el mundo y de todas las edades.
creo que muchos adultos, cuando deciden tener personas a cargo, al final, terminan rogandole al cielo o a los dioses porque ya no quieren hacerce cargo ellos.
la verdad, es lamentable que vivamos en un sistema de este tipo.
lo contaste muy bien amigo oso!
un abrazo!
si
El comentario anterior puedes suponer que es un error.
Bonito cuento desde mi punto de vista no solo para niños y ñiñas, sino para muchos adultos.
PAZ
María Susana: Efectivamente... y es lo que más duele.
Rosario: Perder esa inocencia no nos hizo mucho mejores, eso es lo que duele.
Sil: A veces es mejor no curarse, total...
Carla: Estamos formateados para esquivar sabiamente amar la vida, creo...
Susana: Gracias por tus palabras y por andar por estas Villeraturas.
Dieguito: Si fuéramos mejores habiendo evolucionado... pero... El lado animal lo queremos esconder para que no nos avergüence, así estamos.
Neto: Me parece que cuando no tenemos de dónde manotear respuestas nos la agarramos con los que preguntan.
Meli: Por suerte hay gente que nos cachetea un poco, al menos para que la anestesia no sea general.
Luis: Gracias por tus palabras, son estimadas.
Gracias a todos por leer y darse una vuelta por estas Villeraturas.
Abrazos
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