martes, 29 de noviembre de 2011

Semblante triste de payaso

De penas va y de penas viene. Cargado con su traje de colores y una lágrima que nunca cae sobre su mejilla, preparándose para salir al ruedo. Respira hondo, conteniendo el dolor. Es la única manera, el único modo. Afuera, los aplausos se transforman en un murmullo, en una incitación al fracaso. Pero no se asusta, poco es eso comparado con su vida.
Y poca es la risa que pueda causar para sepultar el llanto derramado, los kilómetros desandados. Se obstina el destino en decir basta y con sus colores a cuesta no puede más que resignarse y sonreír. Y su carcajada contagia a cientos, menos a él, quizá, el que más lo necesita.

3 comentarios:

SIL dijo...

Todos tenemos esa máscara siempre a mano.

Besos mil


SIL

el oso dijo...

Suele suceder con los contagios de carcajadas. Bello y acertado, Neto.
Abrazo

Netomancia dijo...

Doña Sil, don Oso, los payasos me causan simpatía y tristeza al mismo tiempo. Esa paradoja se tradujo en breve relato. Gracias y abrazos!