miércoles, 10 de abril de 2013

Cuarto inteligente

Mientras algunos niños jugaban a la mancha y otros improvisaban un partido de fútbol con una latita de gaseosa abollada, un grupito conversaba cerca de la puerta que daba al patio del colegio.
Ezequiel hacía alarde del poder adquisitivo de sus padres, con la intención de dejar en claro quien tenían más y mejores cosas.
- El fin de semana nos instalaron a mi y a mi hermano el cuarto inteligente.
Los demás chicos y chicas que escuchaban dijeron en coro "Ohhhhhh", pero sin atreverse a preguntar qué lo diferenciaba de otros cuartos. El mismo Ezequiel, cuya sonrisa atravesaba a lo ancho su rostro, se encargó de explicar.
- Una habitación inteligente es lo más moderno que existe. Cuando uno entra, se enciende sola la luz y con solo pedir en voz alta que se prenda el LCD, el televisor empieza a funcionar - mientras hablaba, observaba los ojos que se agrandaban por la sorpresa en las caras de sus amigos - y eso no es nada, ya sabe en que canales debe prenderse, según la hora.
- ¿Y eso? - preguntó Marcelo.
- ¡Porque es inteligente, sabe los gustos míos y de mi hermano! Y esperen, que eso no es todo. Tiene una kitchenette automática...
- ¿Una qué? - interrumpió Ramiro.
- ¡Una kitchenette! Una especie de cocina. Pero todo automático eh, todo. Con hablarle, te prepara lo que quieras. Café con leche y medialunas calientes, un sánguche de jamón crudo y palmitos, lo que quieras. Y tiene heladera, pero no una común, ojito, ésta tiene cinco dispenser, uno de gaseosa fría, otra de jugo de naranja, una para el yogurt bebible, y las dos restantes no me acuerdo, porque no las usamos. Es impresionante. Y cuando es hora de dormir, las luces se van apagando de a poco y según el clima, el split se programa solo para que caliente o enfríe el lugar. Una vez que nos quedamos dormidos, si el tele quedó encendido, se apaga.
Terminó con una sonrisa, saboreando el silencio que se hizo a continuación, quebrado finalmente por el timbre que señalaba el fin del recreo.
- Disculpá, me quedó una duda - dijo Nacho, que jugaba con una moneda de diez centavos entre sus dedos - ¿A la hora de dormir, la habitación llama a tu mamá para que te de el beso de las buenas noches, también?
- Y no... - respondió Ezequiel, contrariado.
- Mirá vos - dijo Nacho alejándose para volver al salón de clases -, me quedo con la mía entonces, que viene con ese servicio antiguo y pasado de moda.

3 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Nacho es un personaje un tanto inverosimil, ningún varón de esa edad reconocería publicamente que le gusta que la madre le de el besito de las buenas noches. Preferiría el cuarto inteligente.

SIL dijo...

¨... yo sigo prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto.” Mario Benedetti



Abrazo. Netito.



SIL

José A. García dijo...

En cada grupo de amigos siempre hay un engreído, son como la peste, crees que ya no hay más y de pronto aparecen por todas partes...

Saludos!

J.